A pesar que está totalmente prohibibo, muchos dueños de restaurantes y discotecas se están dedicando a la tarea de permitir que sigan fumando en estos centros de concurrencia.
Esta clase de persona, tanto el que permite como el que fuma, no le importa un comino la salud de los que le rodean.
A los dueños de estos establecimientos parece importarle más la entrada de billete que la entrada de humo mortal.
El panameño ha ganado un combate, al lograr que se aprobara esta importante ley, pero debe seguir batallando para que en todos los locales se respete la norma.
Alguien dijo alguna vez que en los países que ya habían aplicado la medida les iba mejor a los dueños de discotecas porque se llenaban más. La razón fue simple. A miles de personas que les gustaba bailar ahora sí podían hacerlo sin ser afectados por el humo del fumar.
Los comerciantes panameños deben verse en ese espejo. Piensen en la gran cantidad de personas que visitarán sus locales al momento en que no se respire más olor a nicotina. La salud del pueblo debe ser la prioridad de los gobernantes y de los inversionistas. Un pueblo enfermo no consume.
Si usted es de estos panameños que busca algo detrás de la cortina de humo, vaya pensando en que millones de personas en todas partes del mundo han dicho NO AL VICIO. Estas personas han mejorado su condición de vida y han vuelto a experimentar una vida familiar de nivel.
Hablar con testimonio es dar el ejemplo a los que intentan, pero jamás han podido lograrlo. Busque la manera de formar parte del gran grueso de panameños que ha vencido al vicio más tonto del planeta.
Conviértase ya en un excelente panameño y no deje que la nicotina gobierne su tiempo de vida y acorte su felicidad.