Más de 15 mil niños indígenas se han logrado sacar de las fincas cafetaleras e integrados en los programas educativos que desde hace más de cinco años se desarrolla dentro de las áreas de trabajo, tratando con esto de cambiar patrones establecidos, por la utilización de la mano de obra infantil, en actividades de recolección.
El programa educativo que impulsa Casa Esperanza se inició con la participación de escasamente cuatro fincas en el 2001, sin embargo hoy son diez más, que suman catorce las que han hecho eco de esta realidad y han decidido contribuir con su desarrollo. Cada año se estiman participan más de 500 niños que son beneficiados con los programas educativos, expresó Rosana Méndez, directora nacional de la organización. Explicó que en sus inicios fueron muchos los obstáculos que se enfrentaron, por un lado tenían que luchar contra la idiosincrasia del indígena y por otro tenían que buscar el apoyo de dueños de fincas.