Se escucha hablar desde hace años de un librito. Nadie lo ha visto, no está de venta en ningún lugar; no se sabe quién lo escribió y, hasta usted, en algún momento habrá hecho alusión al mismo para respaldar alguna opinión propia en cualquier deporte.
Hoy en día escuchamos las opiniones de comentaristas a favor o en contra de nuestras selecciones, inclusive poco más atrás un comentarista chileno arremetía contra el técnico René Mendieta, donde la mayoría no compartió sus palabras ni su actuar. Así ha ocurrido en otros casos, todo bajo el paraguas del dichoso librito.
Así en este famoso texto, debe destacar en alguno de sus capítulos, artículos y acápites desconocidos, señalando que a “x” cantidad de partidos ganados > Viva, Crítica en Línea el Director Técnico. A renglón seguido indica el mismo librito que a “x” cantidad de derrotas > destitución del Técnico. Tanto es así que hasta se nos ha hecho una costumbre, aunque no hayamos leído personalmente el librito, pedir la cabeza de quien presida un conjunto deportivo.
Las enseñanzas de este manual no conocen fronteras, idioma, religión o posición económica. Al parecer trascendió fronteras y como la espada de Damocles, hace que otros repitan lo que prodigan los conocedores.
Reza una enseñanza muy sabia y conocida: no hagas lo que no quieres que te hagan. Y es esta la reflexión perfecta para entender lo duro de nuestras propias críticas. Sin importar quién lleve las riendas de nuestros seleccionados, sea nacional o extranjero, sea la categoría juvenil, media o absoluta, de seguro algún mérito tendrá esa persona para llevar tan honrosa distinción.
Las opiniones son importantes, aportan distintos puntos de vista y son beneficiosas, siempre y cuando sean constructivas. Cada persona es un eslabón indispensable para obtener las metas trazadas, pero cada uno asumiendo el rol que le corresponda.
Se ha puesto a pensar por un segundo como fanático, ¿cuántos jugadores escuchan su opinión? Y ésta les sirve para mejorar o quizás para acabar con sus ilusiones como deportistas.
¿Cuántos dirigentes honestos, porque los debe haber por allí, harán parte de sus vidas y se echarán al hombro más de las responsabilidades que les compete por sacar adelante un deporte? Y por qué no, ¿cuántos técnicos vivirán en carne propia la alegría de un triunfo y la agonía de una derrota más allá de lo que puedan decir con palabras en sus declaraciones públicas?
Sigo preguntándome dónde está el autor de ese librito, dueño de la verdad absoluta y a quien se le olvidó resaltar que existen personas verdaderamente comprometidas; que los hombres por ser humanos, pueden cometer errores; que nadie quiere fallar, ni siquiera el oponente, y que en los tropiezos sólo hay dos caminos, quedarnos en el piso o levantarnos y seguir, como lo que todos queremos para nuestras selecciones.
Y que comentarios inolvidables, como los que escuchamos aquel día del Panamá-Chile, somos nosotros mismos quienes los repetimos de distintas formas sin ser ni jugadores ni dirigentes ni técnicos y siendo panameños. Estas categorías juveniles son para enseñar y formar, no para ser duros y demasiado exigentes.
Espero que el autor del librito pueda leer este artículo y me dé la buena noticia de que está enmendando su error, o que por alguna razón del destino, la publicación de la parte positiva es más desconocida que su nombre y el sitio de venta.
Porque no puedo dejar de admitir que caló tan alto su contenido, que debió ganar un Best Seller, ya que en algún momento de nuestras vidas todos hemos hecho uso del dichoso librito sin ser conscientes de cuáles han sido las consecuencias.
Hoy regresa nuestro equipo a la cancha ante Colombia, son jóvenes, están aprendiendo y de verdad que tenemos que apoyarlos. De eso se trata. ¡Suerte selección!