Miércoles 21 de abril de 1999

 








 

 


EDITORIAL
La paradoja venezolana de Hugo Chávez

El teniente coronel Hugo Chávez Frías protagonizó un alzamiento castrense, contra el mandatario Carlos Andrés Pérez, pretendiendo derrocar el régimen constitucional para imponer un ejercicio militar en los mandos de Venezuela; evento censurable que lo llevó a la cárcel y a perder su rango en las Fuerzas Armadas.

El Presidente Rafael Caldera, destacada cifra del quehacer político y jurídico de esa nación suramericana, en ejercicio de facultades constitucionales le dictó un indulto al golpista Chávez, quien al verse libre procedió a integrar un movimiento político electoral con el cual logró ganar el solio presidencial respaldado por el 56% de los sufragios; acontecimiento que lo sentó en el Palacio de Miraflores; desde donde dirige la vida institucional de Venezuela.

Ahora, Hugo Chávez Frías, en cumplimiento de proclamas electorales propone un referéndum para que el pueblo elector se pronuncie en torno a instalar una Asamblea Constituyente que reconstruya la base institucional y política de la nación, y adopte medidas como extender el período presidencial a 10 años y conceda poderes cuasi-imperiales para dictar medidas, adoptar decisiones y fijar derroteros al país petrolero, a su arbitrio.

La paradoja venezolana se manifiesta al permitir que a través de los resortes de la democracia y el civismo, un iluminado golpista, quien se siente predeterminado y escogido, con aires de bolivarianismo libertador y rectificador de rumbos, puede imponer decisiones que nieguen el libre juego de las ideas, cancelen las garantías de los ciudadanos, y afrenten los otros poderes del tríptico de Montesquieu, con inseguridades y arrinconamientos amenazadores.

Es realidad indiscutible que Venezuela transita por senderos de crisis económica y empobrecimiento social; sus indicadores sociales y económicos son de espanto y asustan: entre desempleo y ocupación informal, se encuentra el setenta y dos por ciento de los venezolanos; las carencias son evidentes y los indicadores de criminalidad ascienden aceleradamente, haciendo de aquella bella nación hermana un polvorín que eventualmente pudiera estallar en pobladas, alzamientos y rebeldías violentistas.

Sin embargo, ese panorama de desolación y tristeza, de desprotección social, no justifica que se aplaste el estado de derecho, se conculque las libertades y se desconozca los derechos humanos y cívicos de sus habitantes.

Las normas constitucionales son basamento de las estructuras jurídicas de la naciones; ellas deben responden a aspiraciones, búsquedas y requerimientos de sus ciudadanos, y nunca servir de pivote o trampolín para que sátrapas encubiertos disimulen sus vestidoras opresoras con mantos angelicales; las constituciones deben servir de respuestas al querer colectivo; no funcionar de escudo para los desorbitados impositores.

 
 

 

 



 

AYER GRAFICO
Roberto "Papi" Brandao recibió homenaje de la Gran Feria Nacional de Azuero


CREO SER UN BUEN CIUDADANO
Sin embargo, no atiendo eficientemente a los usuarios.


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