Uno de los mayores problemas en las empresas, tanto públicas como privadas, es la falta de cortesía de los empleados. Muchos empresarios no insisten en este tema, ni propician la capacitación de sus subalternos. Tal vez crean que la cortesía no es un recurso para hacer dinero, pero se equivocan.
Está demostrado que una sonrisa puede mover el cascarón más duro en una negociación, o bajarle los ánimos al más iracundo de los clientes.
Las recepcionistas y secretarias deben aprender a sonreír, a tratar de lo más bien a cualquier potencial cliente. Lo mismo se puede decir de los camareros, de los vendedores, de los médicos, los abogados y hasta los técnicos de computadoras.
Una mala cara puede perjudicar toda una cadena de producción.
¿Por qué no se piensa que una buena actitud puede valer más que un maletín con diez mil dólares? Cuando empecemos a pensar de esta manera, descubriremos todo el mundo de potencialidades que se abrirán para la empresa y el país.
Aunque estemos en el peor de los días, una sonrisa puede ser la clave para el éxito o el fracaso. |