MENSAJE
Es siempre
bueno mirar hacia atrás
El camionero,
Robin MacAllen, de Toronto, Canadá, puso en marcha el
motor de su vehículo. El camión estaba cargado
con varillas de hierro, y Robin estaba saliendo del corralón
de materiales.
Como conocía bien el lugar, Robin casi nunca miraba
hacia atrás cuando retrocedía. Siempre suponía
que tenía suficiente espacio libre. Pero esta vez, al
retroceder, chocó contra otro camión que Robin
no había advertido, y lo insólito ocurrió.
Una varilla -una sola varilla de la carga- se corrió hacía
adelante, traspasó el vidrio trasero de la cabina del
camión, y entró por la nuca de Robin, saliendo
por la frente.
Increíblemente, no murió. La varilla, de milagro,
pasó entre los dos hemisferios de su cerebro, sin causar
daño mortal. A Robin lo llevaron de emergencia al hospital,
y el comentario sentencioso del cirujano Friedman, que le extrajo
la varilla, fue: "Hay veces en la vida en que conviene mirar
hacia atrás."
¡Qué lección tan poderosa la de esta frase
del doctor Friedman! Mirar hacia atrás es examinar nuestra
vida pasada. Es repasar experiencias. Es analizar conducta. Y
quien con ojos objetivos mira su vida de ayer, y estudia los
motivos y las razones por los que hizo lo que hizo, tendrá
la madurez necesaria para conducir su vida presente hacia triunfos
y victorias.
Es verdadera sabiduría poder prever consecuencias,
y luego, en todas las decisiones, tener presentes esas consecuencias.
Solamente la persona que mira hacia atrás, examinando
sus hechos pasados, puede prever consecuencias y ordenar su vida
presente con cordura y sensatez.
"Hay veces en la vida en que conviene mirar hacia atrás",
le dijo el doctor Friedman a Robin MacAllen. Mejor le hubiera
dicho: "Siempre conviene mirar hacia atrás. Siempre
conviene aprender del pasado. Siempre conviene medir nuestra
conducta conforme a las experiencias vividas. Siempre conviene
tener presentes las lecciones que nuestro ayer nos ha dejado."
Si nuestra vida no ha rendido el fruto que debe, si hemos
tenido heridas, frustraciones, malentendidos, es porque toda
nuestra vida es un espejo que refleja lo que le hemos dado. La
vida nos paga según nuestra inversión en ella.
Lo que sembramos es precisamente lo que cosechamos.
Para poder aprender del pasado y del presente, pidámosle
a Cristo que sea nuestro Señor. Él quiere ser nuestro
Maestro. Abrámosle nuestro corazón.
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