En el nosocomio sólo evacuaron a los pacientes ambulatorios y al personal que no era de ahí, entre esos ella.
Mayela se refugió con algunos compañeros en un restaurante, ahí comieron. Esperaron por horas la habilitación del único tren antisismo, el cual solo dio una vuelta. Con suerte, consiguió trasladarse en él. "Casi ni se cabía en el subterráneo, íbamos tan pegados que de repente tu cachete pegaba con el cachete de otra persona".
Entre el hospital y el apartamento donde se hospedaba había una distancia en tiempo de 1 hora y 45 minutos. Ese día llegó 8 horas después del desastre. Se abrazó con dos compañeras paraguayas y de inmediato se comunicó por Sky con su familia. Posteriormente, su cuñado la llamó y le dictó los números de teléfonos de la Cancillería panameña. Llamó y ahí movieron cielo y tierra para que pudiera regresar a Panamá. "Me siento orgullosa de ser panameña por la labor del Consulado y la Cancillería. Nunca me sentí sola ni abandonada. Me llamaban a cada momento", reveló Mayela, al punto de que sus compañeras paraguayas le llegaron a decir que "quisieran ser panameñas", ya que las autoridades de aquéllas no fueron tan diligentes como las de Panamá.
El pasado martes, Mayela llegó a Panamá después de tres conexiones aéreas. Ya no tendrá que volver a Japón. El curso terminó. Los primeros días se sintió triste. "Me hubiese gustado quedarme para prestar ayuda voluntaria, me lo agradecieron, pero me dijeron que en ese momento yo representaba una preocupación más para ellos -los japoneses- y que lo conveniente era regresar a Panamá", explicó mientras un brillo de fugaz tristeza se reflejaba en su mirada.