Hace 50 años, un joven periodista rehusó poner su nombre a los primeros capítulos de la historia de un marinero que había naufragado y a quien todos daba por muerto, pero el interés del público por el relato duplicó la tirada del periódico y catapultó al muchacho.
El periodista se llamaba Gabriel García Márquez y el diario era "El Espectador", uno de los más prestigiosos de la historia del periodismo latinoamericano. Hoy es una revista.
Esta historia, relatada hoy por el propio "Gabo" durante la reunión que la Sociedad Interamericana de Prensa celebra en Los Cabos, México, sirvió al Premio Nobel de Literatura 1982 colombiano para exponer su punto de vista en un seminario sobre "La Formación y Calidad de los Periodistas".
Mientras la sociedad se muestra cada vez más crítica con el papel de los medios, para García Márquez, lo más importante en esta profesión es "torcerle el cuello al cisne", una expresión con la que uno de sus jefes le enseñó como debía ganarse la vida en lo que años más tarde el autor de "Cien años de soledad" definió como "el oficio más bello del mundo".
"Esa fue la frase más importante de mi vida", comentó García Márquez durante un coloquio en el que estuvo acompañado por Luis Gabriel Cano, de "El Espectador" (Colombia); Bartolomé Mitre, de "La Nación" (Argentina), Jack Fuller, presidente de la SIP Sociedad, y Jaime Abelló, director de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano.
La BBC se vio afectada por un escándalo a raíz de la información sobre las revelaciones del científico David Kelley, mientras que en Bagdad un tanque estadounidense atacó el hotel donde se alojaban los periodistas y el francés "Le Monde" es criticado severamente en un trabajo de investigación, recordó el editor de "La Nación", quien se preguntó "¿qué está pasando?".