Más de 600 millones de personas en el mundo están registradas en Facebook y, alrededor de 150 millones, en Twitter. Tras los acontecimientos en las revueltas ciudadanas de diversos puntos del planeta, ya nadie duda de la importancia de las redes sociales y de la oportunidad para convertirse en el ágora ciudadana del siglo XXI. Sin embargo, redes sociales tienen un punto débil: los datos que identifican a sus usuarios.
Cuando nos registramos para ser usuarios de alguna red social o para tener un blog, estamos ofreciendo muchos datos que nos identifican. No solo como persona individual, también como sujeto social. Dejamos en el ciberespacio una huella de nuestros gustos, nuestros amigos, nuestra familia, nuestras ideas... También nuestra dirección, nuestro teléfono o nuestra dirección de correo electrónico. Información que puede ser útil para empresas, pero también para los gobiernos.
Cientos de activistas por los derechos humanos o a favor de regímenes democráticos de todo el mundo han sido capturados, torturados... tras ser identificados en Facebook, un video de Youtube o por las ideas expresadas en Twitter.
La red social Facebook, por ejemplo, permite a las autoridades conocer nuestros datos personales y los de toda nuestra red de amigos. Si Facebook, además, detecta que los datos de una cuenta no son ciertos, esa página se cierra inmediatamente.
Las nuevas tecnologías, Internet, las redes sociales... han ayudado a que millones de personas hablen entre sí, se creen espacios de encuentro... Son unas pequeñas alas de libertad para muchos que de otra manera estarían encerrados. Tenemos que conseguir que lo sigan siendo y no se conviertan en el "gran hermano que todo lo ve".