EDITORIAL
La comunidad solidaria con el hampa
Los comunistas vendieron por muchos años la imagen de que la burguesía reaccionaria, la clase media alta y las familias acomodadas eran deshonestas y solo la clase marginada de los más bajos estratos sociales merecía consideración y tenía probidad. Repetidas tantas veces estas frases engañosas, muchos sectores del pueblo crecieron con una formación torcida y hasta llegaron a pensar que la miseria del pueblo era una justificación y no un reto. En la actualidad, los robos, asaltos y homicidios se han multiplicado y lamentablemente mucha gente de la comunidad se hace cómplice de estos delitos. Cuando la policía nacional persigue a un antisocial es común ver que los vecinos del lugar brindan protección a este malhechor que mañana podría hurtar a los que le protegen o atentar contra su vida. El delincuente se ha degenerado en tal forma que no descrimina en robarle a propios y extraños. Los antisociales procuran hacerse dignos de lástima y explotan este ángulo cuando les abren las puertas de casas de inquilinato para escapar de las pesquisas de las autoridades. Con el cuento de que es "pobrecito", encuentran la solidaridad del barrio y el encubrimiento de muchas familias que por miedo guardan un silencio cómplice. En la medida que se despierte la conciencia ciudadana, se reducirán los delitos. Nada puede hacer la policía si en las redadas no encuentran la colaboración de personas decentes que no toleran el florecimiento de la delincuencia. Panamá, Colón, San Miguelito y Panamá Oeste se proyectan como terreno abonado para el crimen organizado. Pero la sociedad panameña tendrá que hacer múltiples esfuerzos para que estas llegas purulentas de los delincuentes sena erradicadas definitivamente. Por ello, urge la intervención de todas las fuerzas vivas para higienizar a este país saturado de drogas, armas y mercaderes del vicio. Hace falta más liderazgo en las comunidades y que todos los vecinos formen una cruzada contra los criminales de cuello blanco y de los barrios populares que actúan sin Dios ni Ley.
PUNTO CRITICO |
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