Todos recordaremos aquellos trabajos en grupo que hacíamos en la escuela. A veces eran grupos de tres, o 5 estudiantes que unían fuerzas para desarrollar una investigación en cierta asignatura.
Cada uno tenía que investigar su parte, recopilar información, y juntarla con la de sus compañeros, para que luego uno de ellos escribiera. El esfuerzo implicaba ir a bibliotecas, consultar en Internet, escoger fotografías, cuadros e ilustraciones, escribir en la computadora, editar texto, comprar portafolios y hojas, etc.
Que casualidad que siempre había uno en el grupo que se quedaba de brazos cruzados, para la molestia del resto del grupo.
Pero la mayoría de las veces, por compasión, o por insistencia del "fresco", sus compañeros lo añadían a los créditos. Al final, su nombre aparecía con letras en el mismo tamaño y en el mismo sitio que los otros jóvenes que se habían partido el cráneo para entregar un buen trabajo al profesor. Como se dice en buen panameño, "pasó agacha'o".
Trasladándonos al entorno de trabajo, podemos ver también a muchos empleados a diferentes niveles de jerarquía que también pasan agacha'os.
Fíjese detenidamente y se dará cuenta de quiénes son: sentados frente a la computadora, hacen la mímica de que están concentrados en su trabajo. ¡Mentira!, están jugando solitario, o chateando por messenger.
Siempre está pidiendo a sus compañeros que lo ayuden. Pero esta "ayuda" significa que el 90% del peso del trabajo queda en otros, en vez de él.
Al final, quiere llevarse el crédito por el trabajo que otros hacen. Igualito que en la escuela en los trabajos en grupo. Ojo con estos vividores, porque a la hora de asumir las culpas por trastadas, ahí sí que no se quiere sumar al grupo.