El presidente estadounidense, George W. Bush, aumentó la presión sobre Siria el miércoles reiterando su pedido de que retire sus tropas del Líbano para permitir la instalación de un gobierno democrático en ese país.
Durante un discurso en Arnold, se refirió a las declaraciones de la jefa de la diplomacia estadounidense, Condoleezza Rice, recordando que tanto ella como "el ministro de Asuntos Exteriores francés, Michel Barnier, le dijeron firme y claramente a Siria que "retire sus tropas y sus servicios secretos del Líbano para que la democracia pueda florecer".
Washington tiene hace mucho tiempo una relación conflictiva con Damasco, al que acusa de amparar a los iraquíes implicados en actos de violencia contra las tropas presentes en Irak y de apoyar grupos extremistas.