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Perder

Milciades Ortíz | Catedrático

Hace más de medio siglo, la vida era mejor en Panamá.

No quiero parecer como una persona con nostalgia. Debo señalar el temor de que perdamos nuestra patria por culpa del modernismo urbano y la falta de valores.

En los cincuenta se hizo una campaña nacional con motivo del Niño Millón. Estábamos orgullosos de llegar a esa cifra. Hoy somos tres millones y medio, y a nadie le importa.

Más panameños significa ciudades enormes y vías de comunicación efectivas.

En Panamá, el medio rural ha desaparecido. Incluso en David no se puede circular con auto por el centro. Recuerdo los artículos El David que se perdió, en los que señalaban lo positivo que era antes ese sitio.

Nuestras autoridades no defienden adecuadamente el medio ambiente. Tras la excusa del progreso, hemos destruido bosques y pantanos, sin importar el daño que hagamos al planeta.

Vivir en la capital es sufrir estrés a cada momento. No solamente el problema son los Diablos Rojos, sino el poco importa de varios Gobiernos y la politiquería transportista.

Cuando circulo por San Francisco, me aterra ver los enormes rascacielos, que causan problemas de agua, circulación, higiene, aire, etc.

Transitar por sitios cercanos a las playas de Panamá Viejo y Paitilla me da dolor. ¡Ya no puedo admirar la playa!

Los panameños ahora no podemos disfrutar de la brisa marina ni de la tranquilidad del mar. Gente con dinero se apropió de los mejores sitios, afectando al resto de la comunidad.

Comer es exponerse a intoxicaciones y a alergias por los químicos usados como abonos y engorde. Los pollos fritos no saben como antes. Los engordan con sustancias que no son naturales.

La gente vive como hormigas, casi unas encima de otras.

Queremos salir huyendo de trabajos aburridos. Terminamos en una casa estrecha, sin patio, mirando por horas más televisión que no siempre tiene programas positivos.

Estamos vendiendo poco a poco los mejores lugares a los extranjeros.

No piensen que me opongo al turismo... Lamento que ahora no pueda comprar un terrenito en Boquete, Bocas del Toro, Pedasí, El Valle, Volcán, etc.

Americanos y otros extranjeros, llenos de plata, encarecieron la vida en esos lugares. Destruyeron el ambiente semirrural que los caracterizaba. Turismo debe hacerse sin afectar a los panameños.

Sí, temo perder mi país en las garras del progreso y del modernismo descontrolados.




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