El viaje a Europa del presidente estadounidense, George W. Bush, puede haber aliviado en algo las tensiones transatlánticas, pero las relaciones de Washington con el viejo continente todavía están afectadas por resentimientos post-Irak, señalaron analistas el jueves.
Si bien es cierto Bush parece haber logrado algunos modestos progresos en su intento de aplacar la ira de los europeos por la invasión de Irak en 2003, lo cierto es que también sufrió algunas nuevas fricciones a causa de las ventas de armas europeas a China y a su forma de manejarse respecto al supuesto programa iraní de armas nucleares.
Jeremy Shapiro, especialista europeo de la Brookings Institution observó que Bush "se planteó objetivos poco ambiciosos y los cumplió".