Hay más locos afuera que dentro del hospital, me dijo hace muchos años mi primo el Dr. Luis Vergara. En ese momento él era director del hospital psiquiátrico. Yo había ido como periodista para hacer una noticia sobre un curioso programa.
Consistía en poner a algunos de los enfermos mentales a hacer trabajos en una huerta. Esto los ayudaría en su enfermedad.
Señaló el Dr. Vergara que se seleccionaban principalmente paciente que fueran del campo, con conocimientos de agricultura.
Pude ver algunos sembradíos y varios pacientes entusiasmados con su trabajo. Creo que eso forma parte de lo que se llama en medicina "el trabajo como terapia".
Pensé en lo anterior hace unas semanas, cuando me enteré por la prensa que el uno por ciento de la población panameña sufre de trastornos mentales.
Esto lo dijo la Dra. Juana Herrera, directora del Instituto de Salud Mental, una profesional que pone alma y corazón a su trabajo.
Indicó que esa cifra significa que más de treinta mil panameños tienen problemas mentales. Aclaró que entre esos problemas están el estrés, depresión, adicciones, etc.
¿Parecerá esta cifra algo pequeña?
Creo que no es así, porque si se compara con otras enfermedades veríamos que la cantidad es importante.
¿Se imaginan ustedes caminar por la peatonal o el área bancaria exponiéndonos a que un compatriota con problemas mentales nos ataque?
Pensándolo mejor, creo que la Dra. Herrera se puede haber quedado algo corta en esta cifra, porque Panamá es un país de locura.
Todo comienza por la mañana tempranito. Ir al trabajo en su propio auto o en un Diablo Rojo, es algo que vuelve loco al más cuerdo.
Los tranques están por todas partes y lo que no se ve casi nunca son Policías de Tránsito. Y cuando aparecen estos caballeros, no les extrañe que enreden la circulación peor que si no estuvieran.
(Para poner boletas cuando uno se pasa la luz amarilla allí sí están por todas partes).
Tiene que producir mucha locura la existencia de instituciones que antes se creían serias y honorables, y ahora están en "tela de dudas", como dicen los sastres de Salsipuedes.
Ya no se puede ni creer en la Corte Suprema de Justicia, mucho menos en la Asamblea. Del Organo Ejecutivo (Presidencia), se lo dejo a la afiebrada imaginación del pueblo panameño.
Sería conveniente que Salud Mental distribuyera medicina en las esquinas, para controlar los nervios y la locura del panameño...