Como era de esperarse, ante la incapacidad de reacción de los efectivos policiales panameños, la presidenta Mireya Moscoso hizo lo que tarde o temprano iba a realizar: Llamó a su amigo George W. Bush para que le enviara comandos "Marines", desde portahelicópteros cerca de las costas colombianas, para proteger y realizar ayuda humanitaria en la provincia de Darién.
Es curioso ver que cuando los efectivos de Estados Unidos llegaron en arreos de combate a Paya -el poblado atacado por los paramilitares colombianos-, la gente comenzó a rumorar por las calles de Panamá que "habían regresado los gringos, que ahora sí se acabó el relajo de los paisas del vecino sudamericano". Me duele admitirlo, pero mucha gente sí deseaba ver semejante espectáculo de despliegue de los comandos norteamericanos en la selva darienita.
Veamos también que el efecto de la presencia estadounidense tuvo consecuencias inmediatas: por un lado, fueron liberados los tres estadounidenses secuestrados en la frontera, siendo éstos entregados por los paramilitares a autoridades colombianas. ¿Será acaso que Carlos Castaño, jefe paramilitar colombiano, quiere congraciarse con los gringos, con el fin de evitar la extradición a Washington, pues lo acusan de ser terrorista? Lo cierto es que la reacción yanqui trajo respuestas de los insurgentes derechistas.
Otro caso es que la excusa de un programa humanitario en Chiriquí, en el proyecto Nuevos Horizontes 2003, demostró ser una careta para evidenciar el verdadero propósito de la presencia norteamericana en el istmo. Sin penas ni glorias, los yanquis llegaron a Panamá y asustaron a los rebeldes colombianos, "cual baygón contra mosquitos".
Sólo basta recordar que jamás los Estados Unidos de América abandonó el suelo panameño, incluso desde el mismo 31 de diciembre de 1999, fecha en que supuestamente ellos dejaban las riberas del Canal. Todos los días, aviones radares especiales E-2 "Hawkeye" y otros aparatos de reconocimiento robots sobrevuelan el espacio aéreo nacional, sin que la mayoría de los panameños lo sepan.
Mientras tanto, navíos estadounidenses cruzan a diario el canal interoceánico. ¿Cómo no va a existir una presión constante de Washington sobre el istmo, si ellos siguen pasando por nuestro país, debido a la posición geográfica privilegiada que tiene Panamá?
De nuestra parte, esto de la llegada de los gringos al Darién no nos sorprende para nada. No mas hay que recordar que el Tratado de Neutralidad Permanente, en su artículo 4, indica que los Estados Unidos tienen derecho a intervenir en el istmo, en caso de amenazas a la seguridad del Canal de Panamá. Además, los acuerdos de patrullaje aeronaval firmados en los pasados cinco años han solidificado la presencia virtual y perenne de El Pentágono sobre este país centroamericano.
Aceptemos la realidad: no tenemos ejército y ni tampoco hay conciencia sobre el valor de la soberanía, incluso en nuestras autoridades. Ni modo, como dijo una muchacha ese día: "Gringos, ¡welcome!", Bienvenidos a Panamá". Estamos de regreso en el punto de partida de la lucha nacionalista. |