Un viejo refrán sostiene que cuando uno deja que las dificultades se arreglen solas, cuando vuelven lo hacen acompañadas. Tal vez ese sea el defecto mayor de los panameños: dejar que las cosas sucedan, sean malas o buenas, y no hacer nada para resolverlas. La consecuencia es una y nefasta: un grupito de vivos que se meten a políticos para ganarse la vida, asume el trabajo de, supuestamente, resolver esas dificultades, y hacen de las suyas.
Así es como nuestras familias, nuestros vecindarios, las ciudades en pleno y el país total, están sumidos bajo toneladas de malas noticias, de problemas irresueltos y dolores de cabeza, todo porque no hemos enfrentado a su debido tiempo las verdades y sus consecuencias, muchas veces problemáticas.
Por eso cuando las cosas oscuras están pasando, nadie hace nada, no se organizan, no luchan por sus derechos, ni apoyan a otros que lo están haciendo. Simplemente, nos cruzamos de brazos, siempre y cuando no me esté pasando a mí. ¡Qué lastima! |