Saludos amigos y amigas del béisbol, bienvenidos a otra jornada de la pelota criolla, hoy, listos para ir al estadio para presenciar el partido entre los equipos de Panamá Oeste y Chiriquí, en lo que suena a juego de alaridos en el terreno.
Ayer estuvimos en los entrenamientos matinales de la selección del "Tour Heron" y observamos las "aspirinas voladoras", esos lanzamientos de Manuel Corpas y Manuel Acosta en la zona del "bullpen".
Los rayos, los relámpagos, los truenos: son los componentes de una tormenta eléctrica. La visión luminosa, la de una descarga centelleante, maravilla a quienes la ven desde la distancia y desde el pasado alimenta mitologías. Pero se trata de una belleza peligrosa.
En verdad eran como truenos a gran velocidad, pero no dejan de ser peligrosos. Veía también como el compañero de labores, Miguel Cavalli, un "chaval" de la fotografía se hacía detrás de la zona del receptor, para captar las imágenes. Seguro que Cavalli no tenía ni la más mínima idea de la velocidad de esos lanzamientos ni de lo peligroso que pueden ser si van fuera de control.
Lo movimos de la zona de misiles y le hicimos tomar fotos desde otro ángulo o perspectiva. Un pelotazo que salga de esos brazos poderosos, puede enviarlo al hospital, borrarle la memoria y despedazar su cámara Nikon (muy costosa) en miles de pedacitos.
Corpas y Acosta hicieron lanzamientos entre 94 y 97 millas por hora con una facilidad increíble. Sus brazos son altamente cotizados en el béisbol de las Grandes Ligas y sus recursos son una bendición de Dios.
No todos los seres humanos pueden lanzar una pelota de béisbol a esa velocidad y con el control que ellos mantienen.
Le comentaba al amigo y compañero Elisinio González que los lanzamientos de Manuel Corpas son más efectivos por la zona que siempre mantiene. Corpas estuvo bajo en sus envíos sobre la zona de la rodilla y en raras ocasiones, (casi ninguna) su lanzamiento se elevó a la zona franca o vulnerable.
Ambos son lanzadores de mucho talento, mucho futuro y de un gran dote de humildad, que les permite ser alegres, joviales, educados y extremadamente profesionales.
A ambos, felicidades y a Cavalli, mucho cuidado, siempre vivo, atento.
¡Viva, el béisbol!