Se preocupan de gustar, del olor, de la vestimenta. Se preocupan de cuánto les lleva alcanzar el clímax, de cuánto el hombre tiene que acariciarlas, frotarla, o penetrarlas para ayudarlas a llegar al máximo placer.
Todos esos pensamientos las alejan de lo que están haciendo. Por eso, ayúdala a sentir placer con su cuerpo, dile con palabras, sonidos y miradas todo lo que la adoras. Además, podrías pasarte todo la vida acariciándola, pues es un placer incomparable. Trata de llevarlo a la práctica, porque si no aprendes a dar placer a tu pareja, tampoco obtendrás placer propio.