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Viernes 14 de enero de 2000


EDITORIAL
Pinochet: una bomba de tiempo

El odio es una bomba con una mecha muy corta. Y no hay combustible mejor para ese sentimiento que la injusticia. Por eso el Ministerio del Interior británico, al negarse a extraditar a Augusto Pinochet a España, con el argumento de que el militar está viejo e incapacitado físicamente para sentarse en el banquillo de los acusados, está echándole más combustible al rencor explosivo que guardan en sus almas las más de 3 mil familias cuyos parientes fueron torturados y desaparecidos por el dictador chileno.

Ayer en las afueras del parlamento británico los familiares de algunas víctimas de la mano salvaje de Pinochet mostraron los rostros de sus hijos, sobrinos, padres, primos, tíos y tías brutalmente asesinados entre 1973 y 1990. Para ellos, y para nadie con dos dedos de frente, está bien que se trate al dictador con la compasión que él no tuvo con sus víctimas.

¡Pobre Chile! Sólo quedan 6 días para que quienes quieran oponerse al dictamen médico que inhabilita a Pinochet para un juicio en España, presenten sus alegatos y eviten así que los ingleses lo liberen.

Aunque sus adversarios juraron que lo asediarán hasta que muera, muchos abogados que han participado en la prolongada batalla legal han reaccionado con pesimismo a la posibilidad de un desafío al gobierno británico.

Sin embargo, también lo reclama Francia, donde el juez Roget Le Loire lo quiere interrogar por la desaparición de ciudadanos franceses durante su régimen, pero es casi imposible que este proceso prospere.

Eso quiere decir que Pinochet volverá a su país, donde lo espera el odio de sus víctimas. Por lo menos 50 expedientes están abiertos en contra del general, quien acumula estas querellas en su contra por violaciones a los derechos humanos.

En dos ocasiones, la justicia chilena ha enviado a Pinochet interrogatorios por escrito a Londres. La primera vez, el ex dictador devolvió el cuestionario en blanco. La segunda, recibió el documento, pero aún no responde, y ahora se sabe que no responderá.

Y se irá a Chile, porque ahí -aunque es odiado- también tiene aliados que pueden defenderlo con sangre y fuego como ya lo hicieron durante su dictadura. También se teme que sus abogados utilicen el argumento británico (que dice que la salud mental y física de Pinochet ha declinado) para evitar un juicio en el país suramericano. Si eso ocurre, y se deja en libertad al dictador, se puede desatar una situación crítica para Chile, porque si Pinochet regresa no habrá paz en la nación sureña.

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