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REFLEXIONES
“Pacific Swan: Regresa el barco de la muerte”
Carlos Christian Sánchez
La nieve cubría los alrededores de ese poblado abandonado en Ucrania. Con silencio y pesar, científicos especialistas desactivaban en diciembre pasado, el último de los reactores nucleares de la central atómica de Chernobil. Tanto sacrificio, muertos y esfuerzos para mantener en funcionamiento esa mole y llegar a la conclusión obligatoria de frenar sus peligrosas operaciones. Delante de los hombres de ciencia, un enorme “sarcófago” de hormigón separa el mundo exterior del “Generador Tres”, ese mismo que estalló por los cielos una trágica mañana de abril de 1986. Chernobil se convirtió para el mundo en la dura lección de lo que puede suceder, cuando no manejamos adecuadamente la energía nuclear. Meses atrás, los japoneses fueron víctimas de la inconsciencia de una empresa privada, al efectuarse un escape de gases radiactivos, cerca de Tokio. Decenas de personas fueron víctimas de la nube contaminada y el trauma se apoderó de los ciudadanos de esa nación. Pero, como veremos, ni los panameños escapamos a los peligros latentes de la vulnerabilidad nuclear. Por desgracia, la ruta canalera y nuestra posición geográfica es vital para que consorcios nipones se favorezcan con el rápido traslado de desechos nucleares producidos en el Viejo Continente. Día 26 de diciembre: La oscuridad oculta la maniobra del barco Pacific Swan, tras su retirada del puerto de Cherburgo en Francia. Varias toneladas de material fisionable, encapsuladas en contenedores de alta resistencia, son la carga mortal hacia una travesía de miles de millas náuticas, entre Europa y el Japón. El protocolo de la empresa inglesa que maneja el transporte peligroso, informa que el trayecto de las naves es por el Mar Caribe y el Canal de Panamá. Otra vez regresa por nuestras aguas nacionales el barco de la muerte. Y regresamos, de nuevo, al asunto controversial de que si debemos permitir el paso de naves con cargamento inestable por el Canal. Pero en esta ocasión, el Canal Interoceánico es panameño, no es una agencia del gobierno estadounidense. Me imagino que desde que salió esta noticia en los medios informativos, los miembros de la Autoridad del Canal de Panamá no pueden dormir por las repercusiones, debido a las protestas de los grupos ecologistas y los habitantes del Istmo. Se dice que catorce mil barcos pasan anualmente por el Canal, mientras que unas 60 naves transitan con materiales altamente peligrosos. Cargamentos de cobalto cristalizado, uranio empobrecido, buque tanques con gas natural y fluidos industriales cruzan todos los meses por las aguas del río Chagres, transformado en Lago Gatún. La marina norteamericana, además de las flotas francesas e inglesa, desplegan transportes con armas atómicas desde hace treinta y cinco años, muchos de los cuales transitan el Canal Interoceánico. Eso generalmente se hace de noche, sin que los periodistas y el público en Panamá lo sepa. Empero, Panamá tiene hoy soberanía plena sobre la vía marítima y la Autoridad del Canal puede muy bien discriminar a las empresas internacionales que constantemente usan nuestro Istmo para transitar barcos con materiales peligrosos, en dirección a otras latitudes. ¿Usted se imagina si ocurre un imprevisto en las Esclusas de Pedro Miguel, mientras el Barco de la Muerte cruza por dicho lugar? ¿Qué sucedería si uno de los contenedores de seguridad se rompe?. Con sólo decirle que si un gramo de los elementos radiactivos, lograse escapar hacia el aire circundante, inmediatamente se produciría miles de muertos y heridos entre los civiles panameños. La fauna y flora de la cuenca canalera quedaría afectada, mientras que el agua dulce de los lagos artificiales no sería potable. El Istmo se transformaría en un erial. ¿Culpables? Nosotros mismos. Puesto que si somos soberanos en el Canal de Panamá, lo mejor sería decirle al Pacific Swan y a los japoneses que pagan por que le lleven la “Basura Radioactiva”, que pasen por Sudáfrica o el Cabo de Hornos.
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