Cinco ministros, cuatros viceministros y dos directores de entidades autónomas entraron formalmente ayer al gobierno de Mireya Moscoso. De los ministros que fueron sacados, dos pasan al cuerpo diplomático como embajadores, uno fue degradado al rango de asesor en otro ministerio, y el último se lanza al ruedo como precandidato presidencial.
Estos cambios no fueron del todo bien recibidos por los observadores nacionales. Los obreros se mostraron complacidos, pero no dejaron de destacar que se hacen "un poco tarde".
Entre la clase política, las nuevas designaciones no despertaron mucho entusiasmo y, por el contrario, lo consideraron un esfuerzo inútil, y algunos arnulfistas censuraron que no se haya tomado en cuenta a los dirigentes históricos.
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