No sería para los panameños el mismo grito a gol en las canchas uruguayas, en las de Italia, Francia y España sin Julio César Dely Valdés.
Aquel "Panagol" que se retira, que le dice adiós a la cancha. A aquella canchita que lo viera nacer en Colón, y triunfar en las más exigentes ligas del mundo.
El niño que cumplió su sueño de fama, estrellato, cariño y el respeto de los defensas más importantes del conglomerado.
El fútbol, los panameños y tus seguidores te dicen gracias. Pero corresponde ahora más que nunca en no decir un gracias de la boca para afuera.
¡No! sería imperdonable que el fútbol nacional no te despida a tí... A tí que le distes sonrisas a este fútbol falto de ilusiones de domingo en domingo. A este fútbol que necesitaba de alegría... A nosotros que tal vez no te valoramos, pero que sabemos lo que eres.
A ti Julio Dely no hay que darte unas simples gracias. Hay que despedirte como los grandes. No por el gusto eres el mejor goleador que ha dado el fútbol centroamericano. Tu historia lo demuestra.
En la despedida, que hay que organizarla por lo alto, no podemos darle mejor adiós a Dely que con fútbol. Pero buen fútbol. Del mejor. La despedida hay que hacerla con un compromiso.
Hoy el fútbol panameña está triste porque Dely se va. Se va, pero regresa con un compromiso de ayudar a los niños.
Aquí es donde la dirigencia tiene que demostrar su cariño a este jugador. No hay mejor adiós que el verlo jugar. Pero apreciarlo con la camiseta de la selección nacional.
Jugar con su hermano Jorge y con las estrellas que lo aprecian.
Julio, por sus logros, es el panameño más alto en la historia del fútbol criollo. Se fue el más grande. El mejor. Ojalá regrese pronto otro "Panagol", pero a este hay que despedirlo como se lo merece: con una cancha llena de estrellas, tantas como en el cielo... |