No basta con salir de compras o ir a hacer una diligencia, hasta en su propia casa pueden llegar los delincuentes, ultimarlo a usted y a su familia y salir muy tranquilamente; la inseguridad sigue en aumento y esto es una realidad.
En nuestro país (como en otros), existen organizaciones de derechos humanos que buscan y luchan por el respeto a dichos derechos, independientemente de su condición social, pero se percibe que los derechos humanos son para defender a los delincuentes.
¿Qué pasa con los derechos del ciudadano, que dedicó su infancia y juventud a estudiar, trabajar y producir; y un extraño le dispara para robarle o viola a su hija?
No basta con la ineficiencia del sistema para castigar a los desadaptados, sino limitar y prohibir a los ciudadanos protegerse mediante la reglamentación de tenencia de armas, la cual elimina el derecho a defender a su familia; prácticamente tendrán que abrirse cursos a todos los ciudadanos de este país de contrainteligencia y artes marciales.
Además se regula el tipo de armas de grueso calibre para la Policía Nacional y agencias de seguridad, quienes deben garantizar la aplicación de la ley y para salvaguardar los intereses ajenos usan armas obsoletas en comparación con las usadas por los delincuentes.
No obstante, no basta con tener acorralada a la sociedad civil, si no también asaltan a turistas, inversionistas y demás. Prácticamente lo que se invierte en atraer estos dos segmentos (con nuestros impuestos), lo perdemos gracias a nuestros delincuentes.
Los estamentos de seguridad saben dónde viven, quiénes son, cuántos son. Y entonces, ¿por qué no actúan preventivamente?, no debe ser necesaria la denuncia de un ciudadano para que sean encarcelados, procesados y condenados.
No considero que sea necesario que asalten, asesinen, secuestren o violen a un pariente cercano, a una personalidad influyente económica y políticamente para que se tomen decisiones enérgicas al respecto.