Es cierto que a veces nos vemos en el espejo, pero no tenemos la delicadeza de miramos, y de este modo se pierden las oportunidades de poder sopesar con la debida precisión las graves pesadillas que gravitan sobre el espíritu.
Las muchedumbres que no comparten la deseada ubicación, jamás podrán contribuir con el desarrollo, renunciando a los aportes positivos que hemos esperado de ellas desde el afloramiento de la república, colmo de los asombros que evidencian el poco me importa, desdeñando los problemas que nos presionan, en evasión de las responsabilidades que son competencia de todos.
Es lastimoso decirlo, pero en cierto grado de infelicidad, el abandonado en su estupor, ya no llora solamente porque la soga revienta como es de costumbre en su parte más delgada, por el mal que siente, sino que tampoco agradece el bien que recibe. La incuria que denuncia un alto grado de remordimiento, trae consigo también la cuota maléfica marcada de premeditación, alevosía y ventaja que impide la felicidad general.
La inercia cada día que pasa nos reduce al silencio, asfixiados en el pantano de la desidia, error siniestro que deambula por los predios de los hogares que denuncian ostensiblemente la orfandad de los deberes paternos. ¡El vestido en la mujer se hace corto en el momento preciso en que la desnudez se hace indecente! Es conveniente decir que tenemos que luchar denodadamente para engrandecer la patria, fuera de la horrible contra -sociedad oculta, que vive bajo la sociedad pública que amaina con descaro la soltura de nuestros deseos.
Hay poseedores de un fragmento ínfimo de la propia naturaleza humana, ayunos de recursos no teniendo mucho que ofrecer, faltando el amor, asfixiamos al alma, perdiendo en considerable medida la clave de la vida. Ausente esa mítica, jamás podremos concursar en ese certamen compuesto de pureza donde apoyamos sin mediar dudas lo más grande y elevado. Para dónde vamos, no lo sé, pero nos están manejando las pasiones violentas, inmundas y abominables. No podemos continuar siendo el agua del albañal, turbia en la superficie, sombría en la profundidad.
