HISTORIA GENERAL DE LOS HECHOS

DE LOS CASTELLANOS
en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Tomo II

Capítulo XVII
Que continúa la guerra del rey Urraca; y las batallas que Pedrarias Dávila tuvo con él (1520)

Había Francisco Pizarro enviado a Hernando de Soto con treinta hombres, de la gente de su cargo, a hacer un salto cerca de allí, desde donde oyeron las voces y ruido de la batalla; acudieron de presta a ella, y viendo los indios el socorro repentino, espantados, se retiraron algo (...)

Mapa de América Central, Mexico y las Antillas en 1572.
(Salvat).

Conociendo el Licenciado Espinosa lo poco que por entonces podía ganar con Urraca determinó de retirarse de noche, con el mayor secreto que pudo; pero como Urraca era vigilantísimo sintiendo que los Castellanos se levantaban , los siguió, hasta tomarlos en un peligroso paso, adonde fierísimamente peleando, los detenía.Pero el licenciado Espinosa y Francisco Pizarro les dijeron que entonces era el tiempo, que tales hombres, queningún peligro, ni trabajo, ni multitud de enemigos, los había vencido, mostrasen su valor; y haciendo ímpetu, con increíble trabajo, fortísimamente se abrieron el camino, y no teniendo por poca gracia de Dios, verse libres de aquel peligro, se embarcaron en los navíos.

(...) acordó el licenciado Espinosa de volverse a Pariqueta.

Como aquella tierra de Pariqueta o Natá estaba descubierta y ella y su comarca fértil, llana, graciosa y cercada de las Sierras de Urraca o Veragua, que tuvo siempre mucha fama de oro, deseaba el licenciado Espinosa hacer por allí una población (...) Pidió licencia a Pedrarias y enviósela, aunque dijo que quería hallarse en ello; y por esto le mandó ir a Panamá y que en aquel sitio quedase Francisco Compañón con cincuenta soldados y dos yeguas.

Partido Espinosa, el rey Urraca , sabiendo la poca gente que allí quedaba, juntó la suya y fue una noche a dar en los enemigos. Los primeros de su ejército hallaron tres Castellanos en una casa, antes del sitio y con una lanza mataron el uno, prendieron el otro y el tercero se escondió y tomando sus armas y dando grandes voces, hizo gran ruido como que iba gente y dando sobre los indios mató cinco; soltando el otro Castellano, con la turbación de los indios, pudieron los dos retirarse adonde estaba Francisco Compañón, su Capitán, con la demás gente .(...)

Pedrarias(...) envió en un navío a Hernán Ponce, con cuarenta hombres que llegó a tiempo , que Francisco Compañón quería dejar la tierra, porque Urraca había convocado toda la gente de las provincias y tenía a los castellanos tan apretados que no podían salir a buscar raíces para comer.

Viendo Urraca el navío, juzgando que toda la gente de Panamá iba allí, levantó el cerco. Pedrarias que pocos días después llegó, determinó de seguirle con150 hombres y algunas piezas de artillería, llevando por Capitán de su Guardia a Francisco Pizarro. Esperábale Urraca, aguardando con otro señor llamado Exqueguá, en su lugar, cuya entrada era sitio fuerte; y habiéndole reconocido Pedrarias el número y la ventaja de los enemigos aunque quisiera excusar la batalla, viéndose infestar de ellos, por muchas partes, dijo, en voz, que todos la oyeran : “Que el peligro en que se hallaban era grande, y que pues su salud estaba en sus propias manos, se acordasen del antiguo valor y disciplina militar de la Nación Castellana la cual se debía en aquella ocasión mostrar, porque si de él no se aprovechaban, supiesen que en aquel punto quedaba perdida la fama, y lo que en tanto habían adquirido; y que pues en todos los hechos militares podía más la virtud, y arte militar que en toda la multitud y valor de los bárbaros, se acordasen de pelear con orden, y a tiempo, guardando cada vez su lugar, sin desordenarse ni impedirse, porque con aquel concierto, juntamente con su valor, esperaba de sacarlos libres de aquella necesidad y vencer a los bárbaros, a los cuales determinaba luego de acometer, pues no había duda que si aguardaba a que con todas sus fuerzas ellos le acometiesen lo habrían con ventaja”.Y con tanto cerraron con los indios, y resistiendo con valor y constancia, se peleó casi todo el día, quedando muchos muertos y heridos.

Y habiéndose visto Pedrarias muy apretado (...) acudió al último remedio, que fue disparar la artillería, con que se desbarataron los indios, no quedando por ello Urraca perdido de ánimo, porque en cuatro días continuos no dejó de pelear, ni Pedrarias de procurar cuanto podía, de excusarlo, procurando de vencerle con estratagemas y ardides militares, por enviar el riesgo de perderse, estando con los ojos abiertos, a no perder las ocasión de los descuidos, e imprudencia de los enemigos para ofenderlos; y cuidadoso en tener sitio a propósito, para ser menos ofendido. (...)

Determinó Pedrarias de seguirle, por ver si podían prenderle; y llegando adonde estaba Urraca usó de un ardid para engañar a Pedrarias; echó ciertos indios, como que se habían descuidado, para que los prendiesen los Corredores; y de esta industria usó, porque sabía que habían de preguntar adonde había oro y que en pequeñas tropas lo habían de ir a buscar y que así con las emboscadas, que tenían puestas en ciertos pasos lo que Urraca les mandó, y luego Pedrarias envió a Diego de Albítez con cuarenta soldados y dando en las emboscadas ninguno quedó que no fuese descalabrado, y su último remedio fue huir,

Volvió Pedrarias a enviar al mismo Diego de Albítez con sesenta soldados (...) y los indios con grandes alaridos arremetieron a ellos y pelearon defendiendo , que no pelearon los Castellanos por una angostura, que el río hacía, a donde hubo muchos heridos de ambas partes. Finalmente, después de muchos trabajos y heridas, prevalecieron los Castellanos y siguiendo el alcance , mataron muchos indios.

Pedrarias, que con constancia permanecía, deseando acabar esta guerra envió diversas cuadrillas por la tierra y especialmente para hacer guerra a Bulabá y Musa señores que habían ido en ayuda de Urraca, a quien por entonces no quiso perseguir muchos, por no irritarle más y deseando Pedrarias remunerar a los Castellanos, que tanto por allí habían trabajado, acordó de fundar de propósito la villa que se había comenzado, de Natá, nombre del Cacique de aquella tierra, repartióla; señaló a cada uno de los que allí se quisieron avecinar, cierto número de indios, en los pueblos que había. Esto hecho y dejando por Capitán y Teniente suyo a Diego de Albítez, Pedrarias se volvió a Panamá.

Los indios repartidos, servían en hacer la casa, labranzas y pesquerías del pueblo, que era de sesenta vecinos, y llevábanlo tan mal, que unos iban tarde, otros no se curaban, y otros se huían; enviaba tras ellos Diego de Albítez, y algunos se castigaban, y con otros se disimulaba. El rey Urraca siempre que podía, no se olvidaba de dar sobre los Castellanos, unas veces de noche, y otras de día; y los que hallaba descuidados, no escapaban de sus manos. Los Castellanos salían a ellos, habían entradas en la tierra de Urraca, quemándola, asolándola; y de esta manera con trabajo, se conservaban.


 

 

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