HISTORIA

DE LAS INDIAS III

Capítulo LXI. Cómo Pedrarias fue del Darién al río de Corobarí por el parecer de los médicos , y de la hambre que él y su gente padecía.

Entretanto que se trataba y aparejaba de enviar gente para hacer las dichas poblaciones, comenzóse a gastar la comida y bastimentos que la flota había traído de Castilla, como era mucha la gente que los gastaba, por lo cual se iban adelgazando las raciones que el rey les mandó dar,y no se comía tanto cuanto habían menester digerir los estómagos.Dello por esta causa, dello por ser enfermo el lugar donde estaban poblados, por ciertas ciénagas y lugares bajos y sombríos y también por la diferencia de los aires más delicados y más claros destas tierras, que por la mayor parte y cuasi todas son más que las de España sanas,mayormente habiendo tan gran distancia de allá a estas partes, comenzaron a enfermar y a morir la gente que había traído Pedrarias; no perdonó a él mismo, aunque tenía mejor refrigerio, que no incurriese una grave enfermedad. Salióse del Darién, por parecer del médico o médicos, que había traído, con los demás, y fuése al río de Corobarí, la última luenga, cerca de allí, que se tenía por de mejores aires.

Con la indisposición de Pedrarias, dilatóse la provisión y despacho de las dichas poblaciones, pero no la muerte de muchas personas, que cada día de hambres y enfermedades morían, y más de hambre y falta de refrigerio que de las enfermedades se interpolaba, cuando ya del todo las raciones del rey se acabaron. Creció esta calamidad del hambre en tanto grado, que morían dando quejidos “dame pan” muchos caballeros y que dejaban en Castilla empeñados sus mayorazgos y otros que daban un sayón de seda carmesí y otros vestidos ricos porque les diesen una libra de pan de maíz o bizcocho de Castilla o cazabe.Una persona hijodalgo de los principales que había traído Pedrarias, iba un día clamando por una calle que perecía de hambre, y delante todo el pueblo, cayendo en el suelo, se le salió el ánima. Nunca parece que se vio cosa igual; que personas tan vestidas de ropas ricas de seda y aún parte de brocado, que valían muchos dineros, se cayesen a cada paso muertas de pura hambre; otros se salían al campo y pacían y comían las hierbas y raíces que más tiernas hallaban, como si fuesen ganados; otros que tenían más vigor traían sin verguenza del monte haces de leña por un pedazo de cualquiera pan que les daban: Morían cada día tantos, que en un hoyo que se hacía, muchos juntos enterraban, y a veces si cavaban una sepultura para uno del todo no la querían cerrar, porque se tenía por cierto que pocas horas habían de pasar que no muriesen otros que los acompañasen. Muchos se quedaban sin sepultura un día y dos, por no tener fuerzas para los enterrar los que eran sanos y tenían que comer algo;en todos los casos dichos poco cuidado había de hacerles obsequias, como ni lo había de amortajarlos. Aquí vieron todos bien a la clara cómo el oro con redes se pescaba.

En estas angustias puestos, y no menos Pedrarias y su casa dio licencia a algunos principales caballeros que se volviesen a España, de los cuales vinieron a parar a la isla de Cuba una barcada con harta necesidad, donde les matamos bien la hambre, por estar nosotros en tierra de grande abundancia cuanto la de donde venían tenía de falta, no por ser la tierra estéril, porque no es sino fertilísima y de mantenimientos abundaba cuando estaba en su prosperidad, sino por haberla los españoles despoblado, dello con muertes innumerables, de ellos por cautiverios de vivos, enviando a vender a estas islas muchos por esclavos, dello por haberlas todas las demás gentes ahuyentado;y así estaban aquellas provincias asoladas, porque es cierto que si a los caciques y señores y gentes moradores dellas los españoles les hiciesen obras de cristianos, aquéllos y muchos más pudieran ser proveídos y sustentados, y aún ricos de lo que deseaban, pero no fueron dignos porque no traían el fin que Dios pretendía desde que se movieron de España. Así, que estos efectos parió el creer que el oro se pescaba y venir a pescarlo con tanta ansia. Convaleciendo algo Pedrarias siendo avisado de las muchas minas y ricas que había por aquella provincia del Darién, no curando mucho de la sanidad de la tierra, que debiera mucho mirar, según lo que de presente cada día pasaba, envió a un Luis Carrillo, con 60 hombres, para que poblase un pueblo en el río, siete leguas del Darién, que no sé por qué ocasión habían nombrado, en tiempo de Vasco Núñez , el río de los Anades (...)

En este tiempo, como se le iba asentando la silla de obedecer y ser mandado a Vasco Núñez, estando tan acostumbrado a ser obedecido y a mandar, inventó camino para ir por sí adonde solo gobernase, para lo cual envió secretamente a Andrés Garavito a la isla de Cuba, para que le trajese gente, con la cual por el Nombre de Dios pasase a poblar en la mar del Sur. En este propósito no sé sobre qué estribaba, porque no creo que le era venido el título de Adelantado de la mar del Sur, sino quizás por cartas que tenía que el rey le había hecho merced de él, porque ya que lo tuviese de presente, no parece que había de pretender, ni podía gobernar sin estar sujeto a Pedrarias; y por ventura, desde principio comenzó a tener cosquillas de sospecha de él Pedrarias, de donde al cabo le provino su final daño.


 

 

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