La Leyenda Blanca y la Leyenda Negra Sobre la Separación

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Dra. Patricia Pizzurno
Dr. Celestino Andrés Araúz

Las especiales características de nuestro surgimiento como República hicieron que rápidamente surgieran dos posiciones contrapuestas respecto a los acontecimientos acaecidos y, en particular, a la participación de los Estados Unidos, en virtud del interés por construir un Canal por nuestro territorio. La llamada Leyenda Blanca o versión idílica, está representada por los puntos de vista de los próceres, sobre todo José Agustín Arango, Tomás Arias y Federico Boyd, quienes plantean que para llevar adelante la separación arriesgaron su vida, sus fortunas y su posición social, con el fin de librar del yugo colombiano a sus compatriotas. Aunque no desconocen la participación de los Estados Unidos, en realidad se concentran en su actuación personal.

Por otra parte, existe una Leyenda Negra sobre nuestra separación inicialmente representada por aquellos compatriotas que no estaban de acuerdo con la secesión y por la historiografía colombiana y norteamericana. Entre los panameños que se opusieron se destacan, Oscar Terán, Juan Bautista Pérez y Soto y Belisario Porras. Para el primero, la República de Panamá fue creada por los Estados Unidos y no era más que una dependencia de la gran nación. Juan Bautista Pérez y Soto consideraba que detrás de la separación se movían poderosos intereses económicos y que los panameños habían sido ganados por el dólar norteamericano. Por su parte, Belisario Porras consideraba que Panamá al separarse de Colombia se transformaba en un protectorado estadounidense. También contribuyeron a la leyenda negra las declaraciones de Theodore Roosevelt, años después de la separación, cuando expresó en el teatro de la Universidad de Berkeley en California: "I Took the Isthmus".

Esta posición en la actualidad es compartida por un grupo de historiadores estadounidenses, franceses y colombianos principalmente.

Sea como fuere, lo cierto es que no podemos desconocer que independientemente de la participación de los Estados Unidos en el movimiento separatista y de los poderosos intereses canaleros que movieron los hilos de la revolución, Panamá ya había manifestado una clara vocación separatista en los movimientos de José Domingo de Espinar en 1830, de Iván Ehgio Alzuru en 1831, de Tomás Herrera en 1840-41, y por supuesto durante las tres décadas de vigencia del Estados federal , entre 1855 y 1885. Incluso, no podemos ignorar tampoco que en 1861 los Cabildos de Santiago de Veraguas y de David proclamaron su separación de los Estados Unidos de la Nueva Granada. Estos elementos son los que toma en consideración la posición ecléctica, mucho más ecuánime que las versiones anteriormente mencionadas. Así, se observa en los escritos de Diógenes de la Rosa y Carlos Manuel Gasteazoro, entre otros.

 

 


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