El Chiarismo y sus Consecuencias: Acción Comunal y el Retorno a las Bases Nacionales (1924-1932)

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Dra. Patricia Pizzurno
Dr. Celestino Andrés Araúz

Una nación endeudada y en vías de modernización En las elecciones de 1924 resultó electo Rodolfo Chiari, el candidato oficial contra el General Manuel Quintero Villarreal, el héroe de Coto. Chiari asumió el poder de la mano de Porras, pero muy pronto se hizo evidente que llevaría adelante una administración sin lineamientos impuestos y que estaba interesado en consolidar su poder político, en detrimento del ex Presidente. Esta independencia de miras, al igual que sus ambiciones políticas, llevaron a que ya para 1925 Porras y Chiari se encontraran distanciados.

Chiari heredó una nación sumamente endeudada producto de las condiciones imperantes en el país, tales como la conclusión de las obras del Canal y el costo de la modernización para lo cual hubo que contratar empréstitos en los Estados Unidos. Para entonces, la deuda externa era de 18 millones y durante este mandato se contrataron dos nuevos empréstitos. Existía también una importante deuda interna cuyos principales acreedores eran empresas norteamericanas como la United Fruit Co., Panama Brewing and Refrigerating y la Chiriqui Land Co.

Durante este período se inauguraron algunas obras emprendidas en el último mandato de Porras, como la Cárcel Modelo y se prosiguió adelante con la labor codificadora, al tiempo que se votó una nueva ley de elecciones. En junio de 1926, se realizó en Panamá un Congreso Panamericano conmemorativo del Congreso Anfictiónico convocado por Bolívar en 1826. En el mismo se propuso la creación de una Universidad Bolivariana con sede en nuestro país.

A poco de asumir Chiari tuvo que hacer frente a la rebelión de los indígenas cunas de San Blas, quienes declararon su independencia de Panamá transformándose en la República de Tule y acto seguido se alzaron en contra de la Policía Nacional.

Desde 1903 los indígenas cunas se habían convertido en un verdadero dolor de cabeza para los diferentes gobiernos nacionales. Un grupo de ellos no aceptó la separación y se trasladó a Bogotá a solicitarle al gobierno de Colombia que el Archipiélago fuera anexado. Pero esta misión no fue bien recibida y se los tomó prisioneros. En realidad el problema que más preocupaba a los gobernantes de inicios de la República era el hecho de que en el Archipiélago de San Blas,el gobierno panameño sólo ejercía una soberanía nominal. De manera que, tempranamente Amador Guerrero intentó civilizar a los indígenas, para lo cual como ya señalamos, envió al Padre Leonardo Gassó. Los escasos resultados obtenidos por Gassó llevaron Porras a desistir de estas soluciones tradicionales y a utilizar métodos más drásticos como el de "las escuelas y cuarteles". Era una solución novedosa y anticlerical muy a la usanza de los liberales de la época, que pasaba por la aculturación. En consecuencia, se les prohibió utilizar su dialecto, se les impuso la educación en castellano y se les pusieron cortapisas para la práctica de sus costumbres, religión, etc. Entretanto, sectas protestantes se habían infiltrado en la región y fueron más tolerantes en el trato con los indígenas.

El método empleado por Porras tampoco dio resultados positivos, máxime cuando la brutalidad policial provocó reacciones violentas por parte de los cunas. Así, en abril de 1921 se produjeron enfrentamientos en Río Azúcar en el que hubo muertos y heridos por ambas partes. Pero el gobierno de Porras no le dio mayor importancia. Dos años después, en 1923, llegó a Panamá Richard O. Marsh, quien en 1910 como Encargado de Negocios de los Estados Unidos había intentado imponer la candidatura de Samuel Lewis como Designado. Ahora venía como representante de compañías caucheras. En su visita al Archipiélago quedó fascinado con el fenómeno genético de los indios cunas albinos y decidió viajar a Washington con varios de ellos para que fueran estudiados por el Smithsonian Research Institute. En realidad, Marsh canalizó la insatisfacción de los indígenas hacia el gobierno. A inicios de 1925, Marsh regresó al Darién y el 12 de febrero los principales jefes cunas reunidos en un Congreso en Ailigandí proclamaron la "Declaración de Independencia y derechos humanos del pueblo de Tule de San Blas y de Darién", un extenso documento redactado por el norteamericano. En el mismo se hacía un recuento histórico del origen, costumbres y sentido de autonomía del pueblo cuna. Se señalaban los atropellos a que había sido sometido desde la conquista española y más recientemente por la policía, los negros caucheros y la escuela panameña, que buscaba aculturarlos. Se denunciaba la llegada de compañías extranjeras que se habían instalado en la región arruinando los cultivos indígenas. En el Acta se mencionaba el viaje de los cunas a los Estados Unidos donde habían sido tratados con respeto a diferencia de lo que ocurría en Panamá. Por ello, esta nación había perdido todo derecho al ejercicio de soberanía sobre el archipiélago. En consecuencia, solicitaban la protección de los Estados Unidos.

Diez días después, durante los carnavales de febrero de 1925, se suscitó una rebelión en San Blas, cuyos cabecillas fueron Nele Kantule y Simral Colman. Los indígenas atacaron los cuarteles de policía de Narganá, Playón Chico, Río Tigre, Tigantikí y otros puntos, donde gran parte de la guarnición e incluso algunos civiles fueron ejecutados. El saldo fue de 27 muertos.

De inmediato, el gobierno de Chiari buscó un entendimiento con los rebeldes. Se envió un contingente y se designó una Comisión Oficial encabezada por el Secretario de Gobierno y Justicia Carlos L. López. El 4 de marzo, el gobierno y los representantes de los indígenas alcanzaron un acuerdo de paz, bajo la atenta mirada de John Glover South Ministro de los Estados Unidos en Panamá. Se les prometió a los indígenas mejor trato, respeto a sus costumbres y no imponerles la escolaridad. Aunque las autoridades panameñas requirieron a Marsh, éste logró huir protegido por la Legación norteamericana.

A finales de ese año, se creó el Vicariato del Darién bajo el cual quedó adscrita la Intendencia de San Blas . Dado que el convenio no se cumplió a cabalidad, en 1930 el gobierno de Florencio Harmodio Arosemena expidió la Ley de Reserva Indígena.

También, en 1925, Chiari tuvo que hacer frente a otro conflicto , cuando se produjo la huelga inquilinaria. El problema era de vieja data, pero estalló por esta época al calor de las difíciles condiciones económicas y por la propagación de las ideas anarquistas y de izquierda. Desde los años del canal francés se fomentó la construcción de casas de alquiler en Panamá y Colón para albergar a los obreros de la ruta interoceánica, sobre todo los antillanos. Al amparo de esta situación se fortaleció el influyente grupo de propietarios urbanos que obtuvo pingües ganancias por los altos alquileres y el bajo costo de construcción , así como la falta de mantenimiento. Para 1925, estas casas se habían transformado en verdaderas trampas de muerte.

Esta situación se incrementó desde la llegada de los norteamericanos máxime cuando los diferentes gobiernos que se sucedieron en el poder no expidieron leyes proteccionistas para los inquilinos. Así, surgieron barrios marginales como Calidonia, El Granillo, Malambo, San Miguel, Marañón y El Chorrillo en la ciudad de Panamá y Rainbow city y Folk River , en Colón. En 1925, la situación hizo eclosión cuando el gobierno para paliar la grave crisis económico-fiscal, se vio obligado a aumentar el impuesto de inmueble. De inmediato, los casatenientes le traspasaron este incremento a los inquilinos que vieron aumentados sus cánones de arrendamiento entre un 25 y un 50%.
Los inquilinos reaccionaron organizando la Liga de Inquilinos y Subsistencia, una dependencia del Sindicato General de Trabajadores, que llevó a cabo una serie de mitines y protestas y, finalmente, realizó la "huelga del no pago". Los propietarios , tanto como el gobierno, vieron en este colectivo a un enemigo dispuesto a destruir y arruinar el sistema económico capitalista y a desplazar del poder al grupo burgués oligárquico. Igualmente, el gobierno consideró que el movimiento estaba siendo manejado por extranjeros comunistas, socialistas y anarquistas. En efecto, en el mismo militaban los anarquistas españoles José María y Martín Blázquez de Pedro, así como otros comunistas y socialistas peruanos y chilenos. Pero también había dirigentes nacionales como Diógenes de la Rosa. A inicios de octubre, el gobierno decidió deportar a los extranjeros y el Alcalde Mario Galindo prohibió los mitines y reuniones. El 10, la Liga desconociendo la prohibición, convocó a una reunión en el Parque de Santa Ana , que fue violentamente reprimida por el gobierno, con un saldo de varios muertos y heridos.

El gobierno atemorizado solicitó el desembarco de marines que controlaran la situación. El 12, desembarcaron 600 infantes de marina en las ciudades terminales que allanaron las oficinas de la Liga y destruyeron sus archivos. La ocupación se extendió por algunos días y hubo nuevos enfrentamientos con los inquilinos. Según la Corte Suprema de Justicia el movimiento se encaminaba a derrocar al gobierno e instaurar un régimen revolucionario de corte bolchevique.

Sea como fuere, este estado de cosas continuó latente y, en abril de 1926, se nombró una Comisión encargada de preparar un proyecto de ley inquilinaria. Pero el problema no se solucionó y resurgió con fuerza en 1932 al calor de la depresión de los años 30.

 

 


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