No siempre tengo el privilegio de escuchar los atinados y bien balanceados sermones dominicales del Padre Mirope Polanco, quien, de cuando en cuando, oficia en la parroquia San Martín de Porres, en Cerro Batea, San Miguelito, pero en cada oportunidad salgo del templo sintiéndome ungido con el bálsamo de la conversión.
Y es que el Padre Polanco tiene la especial vocación espiritual — dado a él por Dios — de poder conducir a los feligreses hacia una innegable, e inconfundible, profesión de fe y de esperanza realmente sobrecogedores. Pero por encima de todo eso, este sacerdote vive cada momento cuando, visiblemente "tocado", le pide a los padres de familia, casi a ruegos, que no descuiden sus obligaciones y responsabilidades para con sus hijos, brindando a estos, exhorta el Padre Polanco, la protección y el bienestar que como "hijos predilectos de Dios", se merecen y tienen derecho a ser atendidos...
Por otra parte, el Padre Mirope Polanco también exhorta a la feligresía a que "no nos quedemos en la orilla en una actitud pasiva e indecisa". Y que. En vez de eso, como lo describe el Evangelio en Lucas 5:1-11, no es cuestión de orillar en nuestros esfuerzos para alcanzar metas, sino que le 'metamos más ganas' a esos esfuerzos hasta vencer, como lo hizo Simón el pescador, atendiendo las órdenes de Jesús cuando quejándose aquel de la mala pesca, Este le indicó que (se alejara un poco de tierra y fuera a pescar a aguas más profundas...'. De eso se trata... redoblar nuestros esfuerzos sin escatimar sacrificios hasta alcanzar nuestras metas.
Este columnista considera al Padre Mirope Polanco un extraordinario exponente de La Palabra, y por eso lo veo como ejemplo y sinónimo de una genuina vocación hacia lo religioso, ya que es evidente que Dios lo ha bendecido como un sacerdote quien con palabras sencillas pero cargadas de realismo, es capaz de calmar las angustias de aquellos quienes, por falta de fe, se sienten vencidos. Dios te bendiga Padre Mirope Polanco, y te permita una larga vida a su servicio.
¡Au Revoir!