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Lunes 13 de diciembre de 1999


MENSAJE
Nuevas piernas, nueva esperanza

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Hermano Pablo

Benita Rivera Hern�ndez, joven mexicana de veintid�s a�os, mir� por la ventanilla trasera de la camioneta. Era de noche, ca�a una fina lluvia, y la carretera estaba resbalosa. Detr�s de ellos ven�a un autom�vil con las luces encendidas. Eran luces blancas, rojas y azules que se apagaban y encend�an intermitentemente. �Un radiopatrulla!

El conductor del veh�culo en que viajaba Benita hizo una brusca maniobra. La camioneta vol� fuera del camino y dio varias vueltas. Todos los pasajeros murieron en el acto, y a Benita le tuvieron que amputar las dos piernas. Era el 28 de noviembre de 1983, en Brawley, California.

Para febrero de 1984, Benita pod�a pararse sobre dos piernas artificiales. Toda una serie de milagros m�dicos y ayuda humana le hab�an provisto de dos extremidades para caminar. Cuando dio los primeros pasos, sonriente, en el hospital de Brawley, uno de los tantos m�dicos que la hab�an tratado gratuitamente, le dijo: �Nuevas piernas, nuevos pasos, nueva esperanza, Benita.�

He aqu� un caso humano, profundamente humano. Humano, porque Benita es una de las tantas personas, que acuciadas por una angustiosa necesidad, se animan a cruzar ilegalmente la frontera de los Estados Unidos. Humano, porque el violento vuelco de la camioneta perseguida por el radiopatrulla cost� tres vidas humanas.

Fue humano, tambi�n, porque la tragedia de esta joven mexicana movi� el coraz�n de una gran cantidad de personas, que dieron dinero y obsequiaron las piernas ortop�dicas para que la joven pudiera caminar de nuevo.

Y fue humano por la frase de profundo significado que pronunci� aquel m�dico: �Nuevas piernas, nuevos pasos, nueva esperanza.�

Todos estamos necesitando en la vida, siempre, nuevos pasos y nuevas esperanzas. Porque muchas veces nuestras piernas, moralmente hablando, est�n como cortadas o paralizadas. No sabemos qu� hacer o qu� camino tomar. Nos sentimos frustrados, arruinados, paralizados.

En medio de estas circunstancias, Cristo viene para darnos nuevas piernas, nuevos pasos y nuevas esperanzas. Esto, por supuesto, en sentido figurado, pero tambi�n en sentido literal. Cristo es el �nico que tiene poder suficiente para darnos nueva fuerza moral, trazar para nosotros nuevos caminos, abrirnos nuevas y m�s rosadas esperanzas. S�lo Cristo salva, renueva, levanta y regenera.

 

 

 

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