EDITORIAL
El odioso cierre de calles
A pesar de que las autoridades han amenazado con sanciones para los grupos que cierren calles, nadie les hace caso. De nada le ha valido al gobierno de Mireya Moscoso proclamar por en�sima vez estas prohibiciones que perjudican a terceros. Al nuevo gobierno, que peca de ser flexible se le est� escapando el problema de las manos. El lunes se dieron varios cierres de calles, avenidas y carreteras sin que la autoridad competente tomara cartas en el asunto. As� mismo, un grupo de trabajadores irrumpi� en las oficinas de la gerencia de la Zona Libre de Col�n en una clara violaci�n de la propiedad p�blica y privada. Este asunto del bloqueo de calles ya es insostenible y proyecta una imagen de inestabilidad a nivel internacional. Los manifestantes est�n abusando porque el gobierno pareciera tener temor de actuar y de ah� que se ha hecho frecuente esta situaci�n, haciendo caso omiso a las tibias advertencias de las autoridades. Muchas de las protestas les asiste la raz�n y se sustentan por la forma en que el gobierno ha postergado la soluci�n de los problemas, sin embargo, este no es el m�todo, ni la forma de solucionar las causas que han llevado al cierre de calles. Ese estilo de protesta es obsoleto y ya no funciona. Los manifestantes, sin caer en la violencia, van a tener que idear formas originales de llamar la atenci�n y llevar su protesta a otros niveles. Nadie puede aplaudir el llegar tarde al trabajo, perder una cita o atrasarse en una encomienda por causas de estos tranques. Los gremios que fomentan estas acciones deben reflexionar sobre las consecuencias de las mismas. Si la polic�a act�a es represi�n y en caso contrario es una fuerza p�blica d�bil. Aqu� es palo porque boga y palo porque no boga. En ese sentido, nos inclinamos para que las autoridades impongan la ley y el orden.
PUNTO CRITICO |
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