Domingo 22 de oct. de 1998

 








 

 


FUNDADOR DEL CENTRO JUVENIL VICENTINO
Padre Javier Bárcenas cumplió veinticinco años de sacerdocio

Eduardo Soto P.
Crítica en Línea

Cuando lo conocí jugaba tenis, corría casi todos los días, hacía aeróbicos, y tenía entre manos un proyecto coral para grabar un disco de larga duración, con canciones de alabanza y gratitud a Dios, que costó miles de dólares y reunió los talentos musicales de jóvenes capitalinos y veragüenses.

Ya se había paseado por los colegios de segundo ciclo de la ciudad, donde habló de Jesús a los muchachos y los convenció para organizar un movimiento que ha llegado a tener proyección nacional e internacional: el Centro Juvenil Vincentino, CEJUVI (inspirado en el trabajo con los pobres de San Vicente de Paul, patrono de la Congregación de la Misión a la que pertene Javier).

La década de los setenta finalizaba, y el padre Javier, quien apenas tenía unos seis años de ser cura, no hablaba de otra cosa que de construir un gran centro de formación (con piscina, canchas de fútbol, voleibol, beisbol y una enorme capilla) donde los jóvenes pobres del país tuvieran la oportunidad de mejorar sus niveles de vida y, sobre todo, salvaran sus almas.

Por aquella época también logró el dinero para financiar un grupo scout integrado por chiquillos de escasos recursos, quienes de otra manera no habrían tenido oportunidades para formarse en el difícil arte de vivir la vida con honor y honestidad. Por esos trucos de magia que lo han caracterizado, el padre Javier permitió que los muchachos conocieran el país entero, durmiendo al aire libre, cocinando sus propios alimentos en fogón, y cantando en las faldas del volcán Barú y las llanuras de Veraguas, Capira, Colón, Coclé y Azuero entero.

Una de las experiencias más exitantes de esos años fue la competencia de patrullas scouts en Honduras, donde el trofeo final era una cabeza de leopardo disecada que se ganaron los ticos.

Al margen de los casos de franca derrota que han vivido algunos de ellos, puedo decir que de esas aventuras scouts resultaron ciudadanos de bien, responsables y comprometidos con sus familias.

RETIROS ESPIRITUALES

El padre Javier Bárcenas se llevaba a medio centenar de jovencitos y jovencitas cada dos o tres meses, durante 15 años seguidos o más, para hablarles del perjuicio del pecado y la necesidad de conversión, crecimiento y compromiso con Jesús y su Iglesia. Eran chiquillos comunes y corrientes, quienes nunca en su vida habían confrontado la posibilidad de estudiar y conocer a Jesús de Nazareth, y de repente se encontraban en medio del servicio pastoral y la vida cristiana.

De esas jornadas surgieron los equipos que posteriormente iniciaron las misiones vicentinas, semillero de lo que luego fue la Comisión Nacional Misionera, que durante el quinto centenario de la evangelización llegó la Palabra a cada rincón del istmo.

Unos de los frutos de esos retiros de iniciación cristiana son las vocaciones de los sacerdotes José Arturo Hassán, actual vicario episcopal en Colón; y Alejandro Gouldborne, vicario episcopal de San Miguelito y párroco de Cristo Redentor; así como de la hermana Viodelda Olivardía, maestra de las novicias en la comunidad franciscana. También aceptó el llamado del Señor el Diácono Permanente Roberto Rampolla y el diácono Leonel Mendez, quien próximamente se ordenará sacerdote.

En la misa de aniversario por sus 25 años de servicio a la iglesia, Javier Bárcenas dijo del CEJUVI lo siguiente: "El Centro Juvenil Vicentino forma parte de mi vida (...) ha sido un largo y pesado recorrido, que siempre he aceptado con profunda fe y tomado de las manos de Dios (...) Veo en los niños y niñas, y en la juventud desamparada, la razón de mi entrega; a ellos me debo".

También expresó: "Durante estos 25 años lo esencial para mí como sacerdote ha sido luchar por vivir un Evangelio auténtico, no de palabras bonitas o de grandes predicaciones teóricas y alejadas de toda realidad (...) he querido anunciar un Cristo vivo, de manera sencilla, en la vida ordinaria, pues estoy conciente que El quiere de mí un anuncio silencioso, sin hechos extraordinarios".

El padre Francisco Javier Bárcenas aceptó seguir impresionado con el pasaje bíblico en el que Jesús elige a sus discípulos: "El eligió lo débil, a lo despreciable de este mundo para confundir a los grandes y poderosos (...) entre esos estoy yo, entre los débiles y pobres de este mundo".

 

 

 

 



 

El 18 de noviembre de 1973, Javier Bárcenas inició su vida como presbítero. Lo ordenó el arzobispo Marcos Gregorio McGrath, y sus padrinos fueron el cura Carlos López, un agustino recoleto, y la hermana Teodora Santos, Sierva de María

 

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