Tal vez no nos destroce los pulmones como el cigarrillo, ni nos cause cirrosis hepática y fatales accidentes de tránsito como el alcohol, ni nos haga perder miles de dólares en un golpe de suerte, como la ludopatía. Pero la adicción al Internet, estar casi todo nuestro tiempo libre y buena parte de nuestras hora de trabajo navegando y chateando nos priva del recurso más importante que tenemos, el tiempo.
Tiempo que podríamos dedicar a nuestra familia, tiempo que podríamos dedicarnos a estudiar otra carrera, tiempo que bien nos serviría para pagar deudas pendientes y atender compromisos.
Nadie discute que el Internet es la herramienta más valiosa de trabajo, conocimientos generales y entretenimiento que ha surgido en los últimos 20 años, pero también es una realidad que menores y adultos en todo el mundo se "pierden" durante horas en las páginas web, foros de mensajes y servicios de chat, y la mayoría del tiempo lo usan en asuntos sin importancia.
Es el equivalente a las "visitas por téléfono" de hace 10 años atrás, en las cuales se pasaban varias horas hablando, cuando el recibo del INTEL era de sólo 11 balboas por mes.
La adicción al Internet causa una especie de aislamiento y alienación social. Conversamos con muchas personas, pero mientras más nos vamos sumergiendo en la red, en esa misma medida vamos perdiendo contacto con la realidad.
No es que debamos tirar la computadora a la basura. El nombre del juego es "moderación". Todo en exceso es perjudicial, por muy inofensivo que parezca.
Usemos la computadora para cosas útiles, incluyendo recreación, pero sin excesos. Si queremos más diversión, ahí están la playa, la discoteca, la lectura y el ejercicio, esperándonos para demostrarnos que la realidad virtual aún no supera a la de carne y hueso.