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MENSAJE
La vida vale m�s que un casco
Hermano Pablo
El hombre tom� el casco y se lo puso. Era un casco de lujo, de los que usan los motociclistas y los corredores de coches. Se lo puso y se mir� al espejo. Sonri�, pero su sonrisa no era de satisfacci�n. Era un rictus de cinismo. Luego se fue al patio de su casa, y al lado de su motocicleta sac� un rev�lver y, sin decir palabra, se mat� de un tiro. El que hizo esto era Geraldo Marotta, hombre de cuarenta y ocho a�os de edad y padre de familia. Se mat� por despecho, por una nueva ley que obligaba al motociclista a llevar casco. �l aborrec�a usar casco. Geraldo Marotta, mec�nico de motos y apasionado del deporte, hab�a luchado contra esa ley. Dec�a que andar en moto con casco era robarle todo el placer a la carrera. Cuando la propuesta de ley fue aprobada, �l se quito la vida, resentido y enojado. �C�mo se le puede llamar a esto? Locura del momento. Violencia man�aca. Reacci�n irresponsable. Un joven se acerc� a su amigo con un problema monetario. Le pidi� al amigo un pr�stamo. El amigo, o no ten�a el dinero, o por alguna raz�n no estaba en disposici�n de prestarlo. �Qu� hizo el solicitante? Dio una vuelta enojado y, profiriendo insultos, sali� furioso. A un hombre de cincuenta a�os lo abandon� su esposa. Fue tal el desconcierto que el hombre no sab�a qu� hacer. Amargado, y en un rapto de violencia, pens� suicidarse absteni�ndose de comer. Entr� en un ayuno prolongado de setenta d�as, viviendo en los bosques y tomando s�lo agua de los riachuelos. No muri�, aunque perdi� mucho peso, pero el ayuno le devolvi� la raz�n, y la salud mental y emocional. Comprendi� que la vida tiene valor. Termin� con la huelga de hambre, se cas� nuevamente y vivi� feliz otros treinta a�os. La vida vale mucho m�s que un casco de motocicleta. Vale mucho m�s que un pr�stamo, por m�s que uno lo necesite. Vale mucho m�s que una botella de whisky, o que un cigarrillo de marijuana, o que un sobre de coca�na. Vale mucho m�s que un sentimiento herido, o un enojo violento, o un despecho insensato. Todo esto es pasajero, y nada vale m�s que la vida que tenemos. Dios no cre� al hombre para la ruina. Dios lo cre� para que conociera las maravillas de la creaci�n, para que disfrutara de la vida, y para que se gozara honrando y sirviendo a su creador. No permitamos que nada ni nadie nos prive de ese supremo sentido. Es el don de Dios para nosotros. Goc�moslo.
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