FAMILIA
La guerra contra las drogas
James A. Inciardi
La mayoría (de los
consumidores) tiene un capital limitado para gastar en heroína. Hay
una multitud de pasadores callejeros entre los cuales elegir. Que a uno
lo engañen al comprar heroína o comprar heroína de
inferior calidad es un riesgo omnipresente. La calidad de la heroína
que habitualmente se consigue es mala. Los consumidores de heroína
tienen experiencia o han oído referencias a la droga superior del
pasado y pueden ocasionalmente haber conseguido heroína muy potente
ellos mismos en años recientes. Los consumidores de heroína
siempre buscan obtener la heroína de mayor calidad en un mercado
confuso y no controlado. La mayoría parece sentir que las bolsas
etiquetadas de heroína los ayudan en su búsqueda.
Sea a través de marcas o de rumores clandestinos, la búsqueda
de la mejor heroína puede tener consecuencias letales. Durante febrero
de 1975, por ejemplo, se corrió rápidamente la noticia por
la comunidad de drogadictos de Miami de que un pasador de North Miani Beach
tenía una provisión de heroína tan potente que dudaba
en venderla. Como lo dijo un consumidor. "Se supone que es un don de
Dios, un dios de nombre Bentley". El pasador en última instancia
vendió su provisión, pero se obtuvo una muestra para analizarla.
Según resultó, la droga era etorfina, uno de los muchos compuestos
descubiertos por K.W. Bentley de Edimburgo, durante principios de los años
sesenta a través de la manipulación de la molécula
de morfina.
El compuesto de Bentley tenía una potencia varios miles de veces
mayor que el de la morfina. Antes de que finalmente desapareciera de las
calles, más de un buen montón de consumidores de heroína
de Florida del Sur la habían robado y sufrido una sobredosis fatal.
El incidente de la etorfina de Miami no fue un caso aislado, pues la
droga ha reaparecido periódicamente en las calles de Florida del
Sur en los años ulteriores. Luego estaba la Porcelana Blanca, una
variante pura pero rara y quizá mítica de heroína del
sudeste asiático que fue una fantasía entre muchos consumidores
de la Costa Oeste durante más de una década. "Echarle
mano (inyectársela) es un sueño incesante", dijo un consumidor
de Sacramento. A fines de 1980, el sueño finalmente se hizo realidad,
o así pareció. Se corrió la noticia en el sur de California
de que la Porcelana Blanca finalmente había llegado a las costas
norteamericanas. Pero la droga no era en absoluto Porcelana Blanca y los
consumidores empezaron a morirse por tomarla. Era 3-metilfentanil o TMF,
un producto químico similar en su estructura al fentanil, un analgésico
narcótico sintético entre 80 y 100 veces más potente
que la morfina. Más aún, el TMF fue el primero de una serie
constante de lo que se ha pasado a conocer como drogas diseñadas.
Se las llama así porque son nuevas sustancias diseñadas alterando
ligeramente la constitución química de otras drogas ilegales
o estrechamente controladas; son prototípicamente más potentes
y a menudo versiones contaminadas de fentanil, Demerol o algún otro
narcótico sintético. Se ha descubierto una variedad que destruye
las células cerebrales; otra produce los síntomas de la enfermedad
de Parkinson y acelera el envejecimiento; una tercera paraliza a sus consumidores
y una cuarta tiene una potencia 6.000 veces mayor que la heroína,
produciendo una muerte instantánea.
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