Las toxinas son sustancias producidas, por ejemplo, en la harina, en los cereales, etc., por bacterias salidas de su propia condición biológica que, una vez activas, adquieren propiedades toxicológicas, o sea que son cuerpos tóxicos que se forman dentro de su propio entorno. Las rémoras, parásitos también, son animalejos marinos que se adhieren de una fuente madre (escualos principalmente) desde donde sobreviven SIN EL MENOR ESFUERZO.
Entre los seres humanos también existen las toxinas y las rémoras, siendo estos gentes que solo "producen" (si es que sobrevivir sin trabajar sea sinónimo de producción), mediante la innoble acción de vivir de los demás en base a mentiras, calumnias, hipocresía y chismes. Esos parásitos humanos usted los encuentra en asociaciones gremiales, en las iglesias, en los ministerios y en las instituciones, pero especialmente en los PARTIDOS POLÍTICOS, particularmente cuando estos son de oposición.
En su condición de toxinas humanas, esa gente, cual larvas, se van reproduciendo dentro de su especie haciendo todo el daño que puedan causar, logrando con ello, lamentablemente, minar la estructura general del cuerpo colegiado, el cual se va resquebrajando irremediablemente. Por otra parte, las rémoras humanas, como parásitos, no tienen la capacidad de aportar absolutamente nada positivo en beneficio del cuerpo al cual están pegados, y para lo único que "sirven" es para seguir pelechando del cuerpo principal. Ambas, toxinas y rémoras humanas, dan lástima porque, en el caso de las toxinas, contaminan y enferman el cuerpo; en cuanto a las rémoras, la desvergüenza es su carta de presentación. Pero para esos parásitos humanos hay una sola solución: su exterminio social y político para acabar con su maldad (la Biblia al respecto dice que, "muerto el perro se acabó la rabia" - Yo digo lo mismo). ¡Au Revoir!