Las autoridades deben investigar a las compañías petroleras por el desabastecimiento de gasolina y diésel en un gran número de estaciones de distribución. Resulta sospechoso la escasez de esos derivados del petróleo, tras la reducción significativa que se decretó desde el pasado jueves.
Esas son las situaciones que hacen sospechar al consumidor de que las llamadas reglas del libre mercado que amparan el mercado de hidrocarburos, no están funcionando en Panamá. Antes cuando cada quincena se producían alzas en el crudo, nunca hubo tal escasez. La medida parece surgir luego que el gobierno propuso a las petroleras una nueva fórmula para fijar los precios.
Porqué esa negativa. Porqué se maneja tal secreto de Estado los márgenes de ganancia de las petroleras, cuando ya se conocen el monto de los impuestos que cobra el Estado, lo que ganan las estaciones de combustible en cada galón de gasolina o diésel que venden.
La sabiduría popular hace sospechar que algo está podrido en Dinamarca. Nadie quiere conocer los libros de contabilidad de las petroleras; lo que se busca es cuantificar cuál es su ganancia en la cadena de distribución y así confirmar si son márgenes razonables o estamos frente a una utilidad exagerada.
Panamá a pesar de ser un país pequeño registra un gran consumo de combustible. Hasta junio se habían comercializado 379.5 millones de galones de diversos derivados del petróleo.
La tendencia del petróleo es a bajar. La grave crisis que enfrenta Estados Unidos y otros países repercuten en la demanda. Los años de las vacas gordas para las naciones productoras de crudo parecen que tendrán una pausa, al menos cuando el mercado financiero internacional se recupere; pero el resto del mundo también permanecerá fregado: ahora bajó el diésel y la gasolina, pero ahora no hay plata.