El sector oficialista de la Asamblea Nacional de Diputados logró pasar una reforma al Reglamento Interno de ese Organo del Estado, para reducir parcialmente las prerrogativas de las que gozaban sus integrantes.
Fue un pequeño avance para un Legislativo tradicionalmente cuestionado por sectores de la opinión pública. Se elimina el pago de una dieta diaria de 80 balboas cuando se convoque a sesiones extraordinarias, se introduce la posibilidad de aplicar descuento a los diputados cuando no se registre quórum, se elimina la posibilidad de revivir las partidas legislativas, así como también se reduce el número de autos que pueden exonerar y se penaliza su traspaso a terceras personas.
Sin duda que la Asamblea y otras instituciones requieren reformas más profundas, pero en este caso no se pudo ir más allá ante el riesgo de que el proyecto fuera rechazado por los que hoy se benefician de esas prerrogativas.
Es criticable que la bancada del PRD se haya opuesto al proyecto, reclamando que el recorte de prerrogativas se extendiera a otros Organos del Estado. No hay que olvidar que ese colectivo mantuvo una amplia mayoría durante el pasado quinquenio y hasta el dos veces presidente de la Asamblea, Elías Castillo impulsó una propuesta de reforma al Reglamento Interno menos amplia que la aprobada anteayer, pero nunca pasó a tercer debate.
Esos son las posiciones que provocan que la sociedad pierda la credibilidad en sus políticos, porque son una cosa cuando están en el poder y otra cuando le toca el bando opositor.
Ya los diputados dieron un paso en reducir algunas de sus prerrogativas; ahora le toca a los demás sectores del gobierno, porque no puede ser que funcionarios con altos salarios tenga más derecho que el resto de los ciudadanos, que apenas ganan un sueldo mínimo.