Martes 20 de oct. de 1998

 








 

 


FAMILIA
Guerra contra las drogas Traficantes de heroína

James A. Inciardi

Los correos que concretamente llevan heroína por todo el mundo y hasta Estados Unidos son tan diferentes como las personalidades que consumen la droga: miembros de las organizaciones de tráfico que viajan solos o con sus familias como turistas, diplomáticos, pilotos y otros miembros del personal a

reo, atletas profesionales, estudiantes, capitanes de barco y marineros, maestros, físicos, jueces y muchos otros, hasta compañeros de jueego de Playboy. Hace poco, un conjunto de operativos de contrabando de heroína se han centrado en mujeres atractivas. Los traficantes libaneses, por ejemplo, son conocidos por reclutar esbeltas mujeres escandinavas que dejan de lado los tradicionales depósitos de heroína en el Harlem neoyorquino, volando directamente a las comunidades árabes de las ciudades de la costa este.

Una vez en Estados Unidos, la heroína puede ser pisada (diluida) tanto cuanto entre 7 y 10 veces. Lo que empezó en algún laboratorio asiático remoto como heroína con un 99% de pureza se corta con lactosa (azúcar de leche, un subproducto del procesamiento de la leche), quinina, almidón de maíz o casi cualquier otra sustancia en polvo que se disuelva cuando se calienta. La heroína también se mezcla con polvo limpiador y suciedad e inclusive con arsénico o estricnina si el consumidor está marcado para un disparo caliente (dosis fatal). En última instancia, la heroína vendida en la calle tiene una pureza de menos del 10% y a veces tan poco como un 1 ó un 4%.

Concomitante con el tráfico y la dilución del pasador de heroína está el aumento geométrico de su precio. En una operación de tráfico, un kilogramo de morfina de base vendido en Italia por 12.500 dólares, convertido en heroína pasa a producir alrededor de 1.7 millones de dólares estimados en ventas callejeras. Cosa todavía más dramática, mientras que los aldeanos del valle Siah de la India podían ganar el equivalente a 300 dólares por 10 kilos de opio crudo durante los años ochenta, convertido en heroína en Nueva Delhi el precio era de 10.000 dólares, con una escalada a 1.5 millones de dólares en las calles de la ciudad de Nueva York: un aumento general de alrededor del 5.000%.

H. de hermosura. H. de horror. H. de heroína...

Por qué la gente consume heroína, o cualquier droga ilícita para el caso, no se comprende del todo. Las teorías son legión, a tan punto que una publicación del Instituto Nacional de Abuso de Drogas consagró sus 488 páginas a delinear los principales enfoques. Un conjunto de investigadores han descrito a los consumidores de heroína como individuos mal adaptados, hostiles, inmaduros, dependientes, manipuladores y narcisistas, sugiriendo que el consumo de la droga es sólo un síntoma de sus personalidades perturbadas.

Otros sugieren que, dado que el consumo de drogas es parte integral de la cultura general que rodea al consumidor, es un comportamiento aprendido.

El enfoque del sociólogo Alfred R. Lindesmith, que está entre las teorías más a menudo citadas, más simplistas y quizá menos útiles sobre el consumo de heroína, explica la adicción sobre la base de la asociación que hace el consumidor de la droga con la desesperación que acompaña la súbita cesación de su consumo. Consumir heroína, afirma, es una cosa, pues la gente tiene diversas motivaciones para probar la droga.

 

 

 


 

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