MENSAJE
Una moderna
Lady Godiva
Hermano Pablo
Ninguno de los
ciento cinco pasajeros del jet esperaba tal espectáculo.
El avión venía desde Londres y se acercaba a Río
de Janeiro. Cuando estaba a diez mil metros de altura y se aprestaba
a comenzar el descenso, Mary Lucía Freitas, una bella
estudiante de veinticinco años, pasajera del avión,
se desnudó completamente a la vista de todos.
Las camareras la cubrieron inmediatamente con una manta, pero
así y todo, muchos pudieron verla entre asombrados, enojados
y divertidos.
Mary Lucía, moderna Lady Godiva que repitió
la escena de aquella dama del siglo once, dijo que se había
desnudado en protesta por haber reñido con su novio en
Londres.
Ganas de protestar, y maneras de protestar, hay muchas. Algunas
formas de protesta adquieren caracteres risueños o divertidos,
o por lo menos espectaculares, como la protesta de esta joven.
Otras adquieren caracteres trágicos.
Una bomba que se pone en un edificio repleto de gente; arsénico
que se vierte en las fuentes de agua de una ciudad; motines callejeros
en que se rompen vidrieras y se queman autos oficiales; puños
airados que se levantan mientras se prende fuego a una bandera.
Nuestro mundo está lleno de protesta. Quizá
no haya una sola persona con criterio ya formado que no esté
protestando por algo, o contra alguien, o contra tal o cual sistema,
y esto en forma pasiva, o violenta o violentísima.
La protesta se ha hecho ideología política,
se ha hecho filosofía de vida, se ha hecho canción,
se ha hecho tema de cine y se ha hecho bandera de la violencia.
Pero aunque todos estamos dispuestos a protestar contra algo
o contra alguien, pocas veces estamos dispuestos a protestar
contra nosotros mismos. Mientras lanzamos anatemas a todo el
mundo, guardamos perpetua indulgencia para nosotros.
Es hora de tomar conciencia. Es hora de pensar seriamente
en nuestra vida. Cristo está dispuesto a ayudarnos y a
librarnos de todo ese mal interno nuestro que forma parte de
la causa del mal que está en el mundo.
|