Causa tristeza ver a los políticos insertados en el "gobierno del cambio" pavonearse por las calles de Panamá luciendo autos de lujo adquiridos con los dineros de todos los contribuyentes.
Viene a mi mente el pensamiento de la abuela: "lo que hacen con las manos lo desbaratan con los pies". La gente de a pie, atiborrada de necesidades, ilusionada con las promesas se decepciona y concluye que todos los políticos están cortados con la misma tijera, que no importa el color del partido, todos son iguales, una vez en el poder, crucifican al pueblo y se olvidan de él.
No se justifica, por ningún motivo, la compra de autos lujosos, mientras el país se ahoga en carencias y escándalos de corrupción. El país está como está gracias a estos privilegiados que se dan la vida de ricos y famosos con los dineros del pueblo.
Estos funcionarios no saben cómo ejecutar el presupuesto de sus instituciones, no parecen tener capacidad para resolver los problemas de salud, seguridad social y trabajo, pero son especialistas en gastar dineros en artículos suntuosos.
Se trata de autos en los que se podría vivir dentro, de enorme comodidad, con asientos de cuero con detalles de madera incrustados en el tablero; autos que convierten el eslogan "ahora le toca al pueblo", en una quimera.
El Estado panameño tiene las finanzas apretadas. O tiene dificultades para atender un sinnúmero de sus obligaciones. Faltan medicinas en los hospitales, material quirúrgico, entre otras cosas.
Es inaceptable que mientras miles de panameños sufran penurias para medio comer y vivir y hagan largas filas en los hospitales para que les atiendan sus enfermedades y al final no logren ni conseguir medicinas, algunos privilegiados viajen entre "algodones y glamour".
También es inaceptable que en un país tan rico como Panamá, muchos sufran y pasen penurias gracias a las comodidades de otros. ¿Dónde está la democracia?, ¿dónde se quedó olvidada la justicia? ¡Que Dios nos ayude!
