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Mundo cooperativo

Por: Jorge E. Ruiz | Cooperativista

Hay quienes todavía preguntan acerca de la diferencia entre cooperación y cooperativismo, siendo que, según aducen, sin la cooperación no hay trabajo, sin trabajo no hay riquezas y por tanto no hay desarrollo.

El trabajo social, producto de la cooperación, indudablemente es realizado por un ser social: el hombre. Aun cuando ahora, por razón del desarrollo de la política de igualdad de género, debemos hablar del hombre y la mujer.

Sabemos que, desde los tiempos del hombre y la mujer primitivos, la cooperación en el trabajo y sus beneficios eran compartidos y que esa tendencia fue generalizándose hasta nuestros días. Así lo hicieron los artesanos en Egipto en el Siglo XVIII y así lo hacen, aún hoy, nuestros campesinos en las llamadas "juntas de embarre".

Leíamos en un artículo y así transcribimos textualmente, para una mejor comprensión que: "cuando el hombre se asocia, lo hace para cooperar. De tal manera que en un estricto análisis se puede afirmar que la cooperación, al ser un valor de orden vital, no puede estar en contradicción con ninguno de los propósitos que inducen al hombre a lograr sus objetivos vitales, dentro de los que se encuentran la consolidación de una sociedad equitativa y libre".

En 1844 y como efecto de la revolución industrial, en Europa y principalmente en Inglaterra, muchas fábricas fueron cerrando sus puertas y aumentó el desempleo.

En Rochdale, Inglaterra, fueron despedidos de una fábrica de textiles, los cuales, ante el futuro incierto que se les presentaba a ellos y a sus respectivas familias, decidieron asociarse y redactar unos estatutos que serían de estricto cumplimiento entre sus asociados.

Nacen así los principios del cooperativismo, redactados por esos desempleados que vieron en la organización, la disciplina y la educación, las armas contra la pobreza. Nacieron así los llamados "Pioneros de Rochdale".

Estos Principios, nos enseñan que con la unión y la creatividad podemos resolver cualquier problema que se nos presente. El primero de los Principios de ese entonces y que hoy nos demuestra el valor de la cooperación, de la unidad, señalaba que la asociación era para el servicio a sus miembros a sus asociados. Sin egoísmos , sin individualismos.

El segundo de esos Principios, reafirmaba el carácter democrático de la asociación, al insistir en que el gobierno debía ser elegido por los asociados. Que el voto era indelegable y sólo uno por asociado.

Estamos actualmente en Panamá y por disposición de nuestras leyes y reglamentos cooperativos , en la etapa de escoger delegados que participarán en próximas asambleas en donde se escogerán nuevos directivos para las cooperativas.

Con ese espíritu que prevaleció en los Pioneros de Rochdale, por amor al cooperativismo, escojamos a los mejores. No por amiguismo, ni por conveniencia personal. De nuestra elección, depende el futuro de nuestra cooperativa.



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