El alza del precio de la gasolina mantiene alterado a los panameños. Ya los taxistas organizaron una caravana y aunque el problema tiene un origen externo, la gente estima que el gobierno debe hacer algo para reducir el impacto.
Destinar 3.26 balboas y 3.40 balboas por un galón de gasolina es insostenible para cualquier bolsillo. En un cuatrimestre el precio se ha disparado en más de un balboa. Para colmo de males, los panameños no están haciendo nada para reducir su consumo.
Una prueba de ello, es que la compra de barriles de petróleo en Panamá se ha disparado de un año a otro, de manera exorbitante. En el 2003 se importaban 5.8 millones de barriles y el 2004, la cantidad era de 14.7 millones de barriles.
Frente a esa situación, de aumento de consumo y de precios, son millonarias las divisas que salen del país, ya que la economía depende casi totalmente del combustible.
La suspensión del impuesto al diesel y la gasolina fue un paliativo, pero es irreal que el Estado pueda mantener indefinidamente ese sacrificio fiscal.
Todo indica que los precios se mantendrán alto por mucho tiempo, quizás hasta cuando surja un combustible que le haga competencia al petróleo y se más económico. Sin embargo, el gobierno debe buscar pronto alternativa, porque el tema es sensitivo y puede generar movimientos de protesta.
Ya los conductores de autobuses reclaman la revisión de la tarifa nuevamente. Los salarios de los panameños se mantienen inalterables y las familias apenas tienen ingresos para sobrevivir ante las constantes alzas de la canasta básica, el combustible y los servicios públicos.