Un viejo comercial de televisión se destacaba por el siguiente refrán: "Si las cosas que valen la pena se hicieran fácilmente, cualquiera las haría".
Y aunque se trataba de un comercial para una marca de whisky, el mensaje resonaba con una verdad incuestionable.
En esta vida muchos panameños buscamos la vía más fácil para conducirnos. Hacemos las cosas "para salir del paso". Y desde el momento en que la situación comienza a ponerse difícil; cuando hay que demostrar de qué estamos hechos, somos los primeros en abandonar el barco.
Hagámos una reflexión sobre nuestros logros pasados. �No son precisamente los más difíciles, los que nos costaron sangre, sudor y lágrimas precisamente aquellos que recordamos más?
El facilismo, lamentablemente, se ha tornado en el modo de vida de muchos de nuestros ciudadanos. Es uno de los más dañinos aspectos de la cultura del "juega vivo".
Es el mismo sentimiento que impulsaba a algunos de nosotros de niños a pasar 2 horas preparando una batería, en vez de usar esas dos mismas horas para estudiar. Y es también el mismo que nos hace dejar todos nuestros deberes para última hora, para luego hacerlos a la carrera (y de mala gana).
El facilismo sólo nos lleva a un destino: la mediocridad. Mientras nos pasemos buscando el atajo más corto, nos sumiremos más en la pobreza espiritual, intelectual, y por último la económica, que es la que más añoran los perezosos.
"Ayúdate, que Dios te ayudará". "El que madruga, Dios lo ayuda". Eso es lo que hemos escuchado durante todas nuestras vidas. Llegó la hora de ponerlo en práctica, ya que el recurso más valioso que tenemos no es el dinero, ni la inteligencia, ni la salud, sino el tiempo. Si no nos esforzarnos desde ya, la muerte nos agarrará en el mismo lugar donde empezamos.