El oficialista Partido Revolucionario Democrático (PRD) escoge hoy a través de una muy disputada primarias a su candidato presidencial, así como a los que postularán a diputados, alcaldes y representantes.
Esta es el tercer ejercicio de esa índole que realiza el antiguo brazo político de los militares, que tras la invasión entendió que la democratización en sus filas era la única opción para subsistir.
Este año ha sido una campaña dura que se ha polarizado entre Juan Carlos Navarro y Balbina Herrera. Se han dado ataques y recriminaciones sobre traición a pactos políticos; pero también existe la realidad de aspirar cuando el momento lo indica.
Cualquiera que sea el ganador deberá hacer un esfuerzo notable para cerrar las heridas sufridas a lo largo de los 155 días campaña y sumar a los mejores cuadros del adversario interno, para la batalla contra la oposición.
La victoria de hoy no sólo está ligada a la popularidad de un determinado candidato, sino a la logística para movilizar a gran parte de esos 670 mil perredistas habilitados para los comicios.
Cuando se produce un torneo estrecho es más difícil controlar los grupos que miden fuerzas. La dirigencia del PRD debe haber contemplado esa situación y los candidatos tienen que ejercer el correcto control de sus seguidores.
También se hace necesario que se suministren resultados aunque sean extraoficiales, de manera rápida para evitar especulaciones.
Se espera que se trate de una fiesta democrática y que los ánimos ni las pasiones se desborden. Ojalá que los miembros del PRD y los candidatos entiendan eso. Hay que reconocer la derrota y ser generoso al momento de la victoria.