Las injusticias no paran. Dentro del deporte nacional, el chantaje y la mentira florecen a ritmo de vértigo.
En un deporte "partido en dos", como el nuestro, es común apreciar cómo algunos dirigentes se dedican a "joder" -en el más puro sentido de la palabra- a los atletas de la federación "rival", so pretexto de hacer respetar un "orden" que asquea y se ha tornado inmoral.
Cuando un dirigente como Varo Barragán, presidente de la llamada Asociación Panameña de Taekwondo, viaja a Costa Rica y se presenta a un torneo para impedir la participación de niños y jóvenes, por el hecho de no pertenecer a su organización, a uno le entra cierta dosis de lástima y disgusto.
En vez de centrar sus esfuerzos en formar atletas de alto nivel (¡que no los tiene!), el señor Barragán se ha empecinado en "represar", a como dé lugar, las ansias de gloria de unos atletas (en este caso los de la Federación Panameña de Taekwondo) que talento tienen y mucho. Yo, si fuese usted, aplaudiría a esos muchachos por los éxitos alcanzados, pero lo comprendo, pues sé que le cuesta reconocer la gran labor que -en materia de formación de atletas de calidad- ha realizado el supuesto "enemigo".
¿Qué ganó con este sabotaje? ¿Prestigio? ¿Dignidad? ¿Paz?
Casos similares al del taekwondo han ocurrido en disciplinas como el karate y el judo. No se respeta la dedicación y esfuerzo de los deportistas.
PANDEPORTES, por lo menos, acertó en ponerle las cartas sobre la mesa a Barragán, quien con la complicidad del Comité Olímpico de Panamá (COP), que preside el genio de Miguel Sanchiz, está privando al país de altas posibilidades de obtener medallas en eventos importantes.