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Por unos dólares, le desgraciaron la vida.  |
Despertó en el hospital de Changuinola, con un brazo, una pierna y el rostro desfigurado.
Liborio Teylor, de 24 años, trabajador de un supermercado en la Isla Colón, recuerda que el domingo temprano fue a la comunidad costera de Kusapín, para ejercer su voto en las primarias del PRD. Llorando, dijo que todo transcurrió normal. Había mucha alegría mientras se esperaba el resultado de las votaciones. �l salió antes del conteo final porque el viaje era largo.
En Almirante fue invitado por unos amigos a tomarse unas cervezas. Se tomó tres y se acordó que había dejado el motor y la gasolina en el bote.
Cuando fue al muelle de Barrio Conejo, tres sujetos de tez oscura lo abordaron diciéndole que les entregara el dinero. �l se negó y le entraron a golpes con un pedazo de madera. �l peleó con ellos y uno le dio en la cabeza con el tuco. Es lo último que recuerda. Despertó en el hospital y quedó aterrorizado. Le faltaba el brazo y la pierna izquierda. No se explicaba cómo el ataque había provocado el desmembramiento.
LOS HECHOS
Los maleantes no se habían conformado con robarle y golpearlo. Lo cargaron hasta el lugar conocido como Milla Cuatro y lo dejaron sobre la línea férrea.
Inconsciente, no pudo darse cuenta que el tren con docenas de coches y toneladas de hierro se acercaba.
EL TREN LO ARROLLO.
Alberto Smith, padrastro del joven, dijo que no es la primera vez que se da este caso. Hace unos meses la víctima fue un agente de la Policía, al que también apalearon, robaron y lo pusieron en la línea férrea, pero aquel tuvo más suerte porque un amigo lo vio y lo ayudó.
Smith agregó que también fue víctima de esos sujetos, y a pesar de las muchas denuncias, los policías se ven frustrados porque más demoran en apresar a sospechosos que las autoridades civiles en dejarlos libres.
"Taylor tiene una niña y esposa que mantener. Por robarle unos dólares, le han desgraciado la vida. �Ahora quién lo ayudará a él y su familia?", dijo Smith. Al momento de redactar esta nota, docenas de familiares y amigos que conocía del problema se identificaban con la víctima y se unían al pedido de justicia, mientras hacían fila en el hospital de Changuinola para verlo y darle palabras de aliento. A un lado la madre, esposa y hermanos lloraban desconsoladamente por la desgracia. |
