Visitar Ocú durante su Festival puede ofrecer una experiencia diferente, por varias razones que me atreveré a enumerar en estas líneas, las que quiero dedicar a la celebración azuerense que más arraigo tiene de la herencia cultural de sus pobladores.
Ocú de por sí es una tierra montañosa y su ubicación en el centro de la provincia de Herrera le permite un clima fresco y rodeado de una vegetación abundante.
Pero considero que la mayor riqueza de Ocú son los ocueños, a mi parecer, los panañemos más apegados a su tradición; tanto así, que muchos "manitos" -apodo con el que se conoce a los nativos- viven aún de la misma manera que sus ancestros. Esto, que para muchos podría parecer imposible, en Ocú es así, y lo más importante, su gente se siente orgullosa de ello.
Son muchas las manifestaciones que durante esta fiesta podría apreciar, si decide enrumbarse hacia este punto de la provincia de Herrera durante el fin de semana que se aproxima (desde el jueves 14 hasta al domingo 17) cuatro días donde se cristaliza la esencia de Ocú.
Desde el jueves, fecha en la que se inaugura el Festival, en su 37ª. versión, y en la que también se corona a la soberana, parte medular de este o cualquier otro festival de carácter folclórico en toda la república.
El sábado es el día grande y el que más promete desde el punto de vista de lo cultural, pues es en esta jornada donde se realizan todas la competencias y en especial el Matrimonio campesino, estampa única en Panamá. Y por último, el domingo, el esperado Desfile de carretas y máxima atracción: "la carga del rancho".
A todo esto, que suena interesante, súmele los bailes nocturnos con los mejores acordeonistas entre los que nunca falta a la cita el romántico de Ocú: Dagoberto "Yin" Carrizo, sin contar con las comidas sabroas de la región y los infaltables buñuelos, esos deliciosos bocadillos que para estos días donde los maizales dan su mejor fruto se convierten en una verdadera tentación.