Domingo 2 de agosto de 1998

 








 

 

FAMILIA
El cigarrillo me robó la voz (I Parte)


Francisco Soper

Nada tan terrible o frustrante me había sucedido- o me sucederá- como el sólo pensar que perdería mi voz. ¡No podía ni siquiera imaginarme que podría hablar de nuevo sin mis cuerdas vocales! ¡Esto sencillamente me abatió!

Trabajaba como policía en la ciudad de Newark, Estado de Nueva Jersey, cuando me di cuenta que sufría de la garganta, Tenía 33 años de edad y manejaba una radiopatrulla.

Comencé a sufrir de ronquera y visité al médico. La consulta fue rápida, y el médico me recetó una medicina para que mejorara en pocos días la inflamación de mi garganta. Pero como no mejoré, el médico me envió a un especialista, el cual ordenó que me hicieran una biopsia. Resultado? Tenía cáncer en las cuerdas vocales, lo cual exigía una operación.

Esto sucedió hace 27 años, cuando aún se conocía poco de los daños del cigarrillo. Creo que inconscientemente yo anhelaba algo que ahora se procura antes que todo lo demás: un diagnóstic o a tiempo; pues tan pronto como me sentí ronco busqué la ayuda médica.

Pregunté al médico cuál era, a su juicio, la causa del cáncer que yo sufría. Aun cuando esto sucedió hace 27 años, él ya sospechaba la posible causa. Durante quince años me había fumado diariamente una cajetillas de cigarrillos. Para mi médico aparentemente no había duda de que el cigarrillo era la causa de mis sufrimientos.

Repito: aún no se conocía mucho en cuanto a los daños del tabaco contra la salud, especialmente su relación con ciertos tipos de cáncer; y por esto pregunté al médico, en forma específica, cómo podría llegar a semejante conclusión.

"Bueno -me respondió-, porque fumar en pipa ya ha producido cáncer en la boca, los labios y en la lengua". Su respuesta fue firme, enfática. Me aseguró que el tipo de cáncer que yo sufría, y otros más en el área bucal, eran causados, "sin duda alguna", por los efectos del tabaco. Y yo -repito- era un fumador empedernido.

Recuerdo muy bien aquellos momentos desesperantes antes de mi operación: desde la biopsia hasta los tres interminables días después de que fijó la hora de mi operación y fui llevado al pabellón de cirugía.

Me dormí hablando. Pero no fue nada agradable sentir y ver los tubos plásticos que había en mi nariz cuando desperté. Largos vendajes y equipo médico me cubrían y rodeaban por todos lados. Mi frustración llegó al máximo cuando me di cuenta que ya no podía comunicarme con palabras. Fue un golpe terrible para mí. Aún era joven; estaba casado, y tenía dos niños.

Pensamientos inquietantes cruzaban por mi mente: Sería capaz de asumir las responsabilidades de esposo, de padre, de sostener mi hogar, de tomar decisiones? Tales preguntas etan difíciles de responder. Pero me encontraba en un callejón sin salida... por lo menos aparentemente.

Generalmente la gente no piensa en el mecanismo que produce su voz. Sencillamente llena sus pulmones de aire, lo fuerza a través de sus cuerdas vocales y se produce el sonido. Es algo automático. Pero con la LARINGOSTOMIA es muy diferente: ya no respiramos por la nariz o la boca, sino por medio de una abertura permanente en la laringe, que se proyecta hacia afuera por delante del cuello.

 

 

 

 

 

 

 


 

Afirman se vislumbra momento de encontrar cura al cáncer

 

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